Se cumplen 25 años de la creación de la Asociación de Vecinos de San Bartolomé

EMILIO GÓMEZ
POZOBLANCO

Este de semana es la verbena de San Bartolomé. Cuando llega esta festividad, nuestro corazón se nos va para ese barrio, donde caminar por esa calle Pocito, Pilar o Ramblilla es de lo más bonito. Lo que sucedió en otro tiempo son sólo leyendas, pues recorrer esas calles y las que te llevan a la Plaza de los Toros, es un placer. A mí, me impresionan esas casas que dejas a la derecha cuando subes la Redonda, pasas la glorieta y te diriges a la Plaza, esas casas que un día se llamaron las casas de la ‘Operación ladrillo’, movidas por el cura D. Francisco Ruíz. Recorrer esas casas, es ir por un trozo con encanto de Pozoblanco. Hablamos de esas casitas con un pequeño porche donde veías y ves a esa gente de la barriada tomando el fresco en camiseta de tirantes con un bote de cerveza viendo cuando la gente pasa. Por aquellas casas, vagan recuerdos, muchos recuerdos y tardes de sol, y tardes de feria. Al subir para allá siempre las encontrabas, y como no por allí, vaga el alma de Paquirri que fue el último barrio por el que pasó hace ya casi 31 años.

En el corazón d el barrio está ubicada la Parroquia, que ha sido el centro de todo, no sólo geográfico. Ser cura de San Bartolomé no ha sido una tarea fácil, pues los curas han sido los motores de las almas del barrio.


Durante mucho tiempo, durante muchos años, los vecinos de este lugar se han quejado de que su barrio estaba “un poco olvidado y alejao”. Esa lejanía histórica de la que hablan le ha hecho ser un barrio único, peculiar, diferente. Ser cura de este barrio no ha sido una tarea fácil pues los curas han sido motores, almas del barrio. En este centro de la barriada está el hombre que más trabajó por este barrio, Don Francisco Ruíz, quien está enterrado en la Parroquia. Cuando este cura llegó al barrio, todo era diferente. Tuvo que trabajar mucho por sus fieles, por los que luchó económicamente, culturalmente y religiosamente. Don Francisco Ruíz tiene una calle con su nombre y miles de historias con las gentes de antes del barrio.

Luego llegaría Don Manuel Moreno Arias. Su llegada fue brutal pues se recorría las calles en búsqueda de conocer sus gentes, conocer sus inquietudes y a todos le tendía su mano. Cuidaba de los chicos de su barrio como Robert de Niro haciendo de padre Boby en la película Sleepers, donde De Niro tuvo que mentir vestido de sotana y jurando sobre un libro de cómic por sus chicos de la calle. Cura de barrio D.Manuel, de sermón corto, de calle y cercano.

Si los curas han jugado un papel fundamental en la vida de este barrio. No menos importante ha sido la Asociación de Vecinos de San Bartolomé, que está en su 25 aniversario. Han hecho que el barrio esté más unido. Un barrio donde la gente es simpática, los vecinos dejan las puertas de las casas abiertas y acogen a los que vienen con una simpatía fuera de lo común como indica Rafael Fernández, presidente de la Asociación de Vecinos.

Cuando el verano llega a su fin en los últimos días de agosto, llega la Verbena de San Bartolomé con dulces, arropías, fideos, hojuelas. Un ambiente de barrio con mucha gente que llega de todas partes. Este año el Coro Romero Voces de la Sierra, la Charanga El Trompetón, Gloria Romero y Tena estarán amenizando una velada hasta las tres de la mañana. Será el punto y final a una semana de actividades con concursos y exposiciones de pintura, triduo, juegos populares y quema del corcho.

El barrio de San Bartolomé es único. No hay ninguno igual en el mundo.

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