Desde mi ventana de Southampton... Cuando el Sáhara llora

MIGUEL CARDADOR MANSO 
(Ingeniero Superior Industrial)

Caen gotas en la árida tierra del desierto cálido más grande del mundo; caen frías gotas en el Sáhara. No es la primera vez, ni la última, y a pesar de lo que se pueda sospechar caen gotas con bastante asiduidad. En la pasada semana estas procedieron del cielo, en otras ocasiones la caída se produce desde alturas más cercanas a la arena.

Las lluvias torrenciales, nunca vistas de este modo en los últimos cincuenta años, han emprendido el perverso plan de asolarlo casi todo a su paso y ocupar una región que no le pertenece. Así ha vuelto a ser castigada una nación despojada desde hace décadas de su territorio por las fuerzas del ejército marroquí. Lo que nunca decaerá es su ánimo, siempre con ganas de luchar y seguir adelante. La niña de la foto es Dabaja, quien la conoce sabe de lo que hablo. Detrás suya están los restos de lo que fue un día su vivienda.

Vivimos en un mundo más global y conectado que nunca, pero seguimos igual de humanamente aislados e indiferentes ante ciertas desgracias. El Sáhara deja de ser un desierto y se convierte en casi un mar por unos días y no me entero de este maldito “milagro” de la naturaleza por ninguno de los medios de comunicación convencionales de este país; ni radio, ni televisión, ni prensa escrita. Vuelvo a buscar en diferentes ediciones digitales y sigue sin mostrar nada; la patada de Rossi y la declaración de la OMS marcan la actualidad.

Los hermanos Muñoz Vidal son los que han alzado la mano para dar la voz de alarma. Menos mal que tenemos a ellos para hacernos llegar que unas 5.000 familias se han quedado sin hogar -si es que las jaimas y las casas de adobe cumplen los requisitos para recibir tan distinguido título- y sin ninguna de sus ya de por sí escasas pertenencias, destacando la dolorosa perdida de sus exiguas reservas de comida. El Pueblo Saharaui dice adiós, mientras se ahoga, a lo poco que les queda y tenemos que enterarnos por nuestros paisanos. Será porque ellos acogen en verano a niños saharauis y están sensibilizados con esta aspiración. ¡Valiente mundo de la comunicación en el que vivimos!



Al parecer las casas se desintegran como los castillos erguidos en la orilla de la playa al romper las olas y la gente corre a refugiarse en las montañas por el miedo a las inundaciones. Hablando de playas, ¿cuántas fotos de niños ahogados/ muertos son necesarias en esta ocasión para que este asunto tome relevancia, al igual que ocurrió con los refugiados sirios? Por cierto, parece que este problema está solucionado, hace tiempo que dejé de oír hablar de ellos.

Tan real como contradictorio; invertimos millones en descubrir agua fuera de la tierra cuando aún no sabemos gestionar la nuestra, ni entregar la que tenemos sobrante a los que la necesitan. Y lo mismo ocurre con la búsqueda de vida en otros planetas, entretanto no cuidamos las vidas de aquellos que tenemos al lado. Si los diccionarios dan una misma definición de vida, ¿cómo es posible que el valor de esta sea tan diferente según el lugar donde hayas nacido?

No sé ni porque me enojo. España, desde que los abandonamos por primera vez en 1976 dejándolos a la merced de Marruecos, no ha movido un dedo. Ni si quiera cuando se levantaron “Los muros de la vergüenza” protegidos con minas antipersonas, muchas de ellas de fabricación española. Tras estériles gestos de nuestros gobernantes, hace mucho tiempo que se limpiaron las manos, incluso tras volver a ensuciárselas con deshonestas acciones como la venta de armas a Marruecos, ¿iba a cambiar algo ahora? Los interesados en ayudar de verdad, no tendrán difícil encontrar las diferentes vías existentes para ello.

Hoy es uno de esos días para irse a la cama, no con el sentimiento de lo afortunados que somos; sino con la rabia y el resquemor de lo que no hemos sido. De lo poco o nada que hacemos y hemos hecho por el Pueblo Saharaui, un pueblo que hasta no hace tanto era también nuestro. Llevamos más de treinta y cinco años en los que cuando el Sáhara llora, ya sea desde el cielo o por el sufrimiento de las personas que allí intentan sobrevivir, desde España y Europa miramos hacia otro lado como si nada hubiera pasado.


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