Somos muñecos movidos como marionetas

EMILIO GÓMEZ
(Periodista - Director)


El ser humano se ha vuelto más egoísta que nunca. Solo piensa en él. Se ha perdido mucho sentimiento en los tiempos actuales. Dicen que el rico que tiene, más quiere. Y eso nos ha pasado a todos. Hemos vivido en la abundancia en estos últimos años. Todo esto sucedió antes de que la crisis nos pusiera en nuestro sitio. Nos hemos malcriado.

El problema es que nos da igual lo que piensen los demás. Lo vemos en las altas esferas políticas. Gente que se apega al sillón aunque rompa su imagen. Es curioso lo que está pasando en el PP.

Rajoy totalmente sin confianza en su partido, pero él piensa en él y en nadie más. No piensa en el partido que le dio un día el acceso a ser presidente del gobierno. En la otra orilla, Pedro Sánchez, hace oídos sordos a lo que le dicen en su partido. Pactará con quien haga falta para lograr ser presidente del gobierno. No importa como le recuerden ni como quede el PSOE después de la tormenta que provoque, pues el objetivo es llegar al sillón. Ahora hace oídos sordos a Felipe González. Alguien le tendría que decir que el que le da ese consejo, González, instauró en España una profunda revolución en las formas de vida de los españoles. Cambió la sociedad y el país.

El problema es que ya no importan los valores en los partidos ni en el trabajo ni en la casa. Un sociedad muy individualista. Nos importa poco lo que le pase al vecino del cuarto, mientras nosotros tengamos lo que creemos necesitar y querer. La verdad, cruda y dura, es que nos hemos deshumanizado.

Por desgracia, mucha gente cree en el populismo, el cual contamina a las nuevas generaciones dándole un sentido de la vida que cabe sólo en los mundos de Yupy.

Hay que llorar justo después de haber luchado. Sin trabajar, las cosas no somos nadie ni nada. Hay que tener claro que nada viene regalado y si viene, es una mentira que durará poco tiempo. En pleno siglo XXI, que existan estos engaños y que la gente se lo crea, es algo increíble.

Estamos creando el país de la Gran Intolerancia, el de la deslealtad que se salta el respeto y, cada vez que discrepamos, abrimos un arsenal de insultos y descalificaciones, muchas veces sin dar la cara.

El ser humano, en lugar de mejorar en convivencia, se va destruyendo poco a poco, destruido por los intereses de cada día. Cada vez se imponen más intereses en todo el mundo, y menos verdad. Esa es la razón que impera, poderío, e intereses (sobre todo económicos). Lo demás es pura demagogia, somos muñecos movidos como marionetas.


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