Desde mi ventana de Southampton... Un voto no es un voto

MIGUEL CARDADOR MANSO
(Ingeniero Superior Industrial)


No es mi deseo entrar en un análisis tradicional del panorama electoral que el 26J ha dejado en nuestro país, ya que la semana habrá dado para todo tipo de tertulias, opiniones y propuestas. Pero si compartir mi síntesis más allá de que la conclusión principal es la misma que antes de las elecciones de diciembre, TODOS estamos condenados a entendernos.

El PP ha sido más “Azzurra” que nunca y con su táctica del “Catenaccio” ha logrado ganar las elecciones y recuperar a 700.000 votantes. Ver ese mapa de España casi azul al completo le da motivos para sacar pecho, aunque no tanto el posterior discurso de Rajoy desde el balcón de Génova -sigo sin conseguir descifrarlo-. Me imagino a Pericles, Churchill, Gandhi y compañía atónitos ante tal derroche de oratoria moderna.

El PSOE celebró ser la primera fuerza de izquierdas casi con la misma intensidad que la mayoría aplastante de Felipe González en el 82. Aunque medito si una diferencia de sólo 375.000 votos con Unidos Podemos y establecer otro mínimo histórico de escaños es para estar tan ufanos.
Unidos Podemos ha sido como el equipo que se propone ganar la Champions y no consigue ni pasar la fase de grupos a pesar de la inversión en fichajes. Las caras de funeral en la comparecencia de Iglesias reflejaban el batacazo encajado a través de un baño de realismo.

Y en Ciudadanos, la pérdida de escaños no les impiden estar contentos porque el tajo de votos no fue tan sangrante y, sobre todo, porque Rivera tiene invitación al baile con Mariano. Comprobaremos si con lo “indeseable” que Albert lo encontraba en campaña, no acaba convirtiéndose en su amor de verano.

Se podría decir que el previsible presidente para los próximos cuatro años -si la corrupción le permite terminar- es el patito feo de nuestros políticos por diversas razones. Una de ellas, las mofas que suele recibir por obviedades en sus palabras como “un vaso es un vaso, y un plato es un plato”. Pero entrando en la profundidad de su mensaje, como si del razonamiento nihilista de Nietzsche se tratara, descubres una verdad absoluta y que marca la diferencia. Por ejemplo, para los españoles y por ilógico que parezca, un voto no es un voto. Es decir, dependiendo del lugar de censo y del partido destinatario, un voto igual vale un voto, vale medio o vale el doble debido a la Ley d’Hondt, como casi todos ya sabemos.

Ante la disparidad con los sondeos a pie de urna y las encuestas de las últimas semanas, me planteaba si la diferencia evidenciada en los escaños también se traducía en votos. Y la respuesta, evidentemente, se ha decantado por el no tras unos simples cálculos en Excel. En la comparativa entre los escaños obtenidos y los que serían si se reparten los 350 sillones del Congreso según el porcentaje de votos, el mayor beneficiado es el Partido Popular con una ganancia de 21 escaños; y los más perjudicados Ciudadanos, con una cuenta de -14 escaños, junto con los partidos que en el actual método no consiguen representación y de la otra forma sí. Destacando casos como que Coalición Canaria con unos 78.000 votos consigan escaño y otros con más del triple de votos tengan cero.


Aquí se encuentra la tabla para que juzguen ustedes mismos. Reconozco que quizás no es lo idóneo repartir la representación según el porcentaje de votos, pero es indiscutible la existencia de otros procedimientos que plasman bastante mejor la realidad y variedad de ideologías que el desfasado sistema d´Hondt (1878). Además, el resultado último no variaría, pues al PP le valdrían las mismas cábalas para conformar gobierno. Tanto para lo bueno como para lo malo, con el sistema actual, un voto de una persona de Valencia no es el mismo que una de Córdoba y, por consiguiente, no son los vecinos los que eligen por igual al presidente. 




1 comentario :

  1. El problema no es la ley D'hont, es el sistema de circunscripciones por provincias, de ahí que un voto no valga lo mismo en Córdoba que Valencia. Los escaños están asignados por provincias para conseguir representación de todas las provincias sin que quede ninguna muy excluida por el hecho de tener poca población. De ahí que se necesiten tantos votos para conseguir un parlamentario en Madrid, Valencia, Barcelona, etc. (porque hay mucha población) y se necesite muy poco en Toledo por ejemplo.
    Espero que sirva la explicación para ampliar el post y tu análisis.
    Un saludo carda, un tarugo desde su ventana de Londres :)

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