Contradicciones

JUAN BOSCO CASTILLA
(juanboscocastilla.com)


Nadie sabe por qué el resultado no ha sido el que daban las encuestas. Y nosotros tampoco”, ha dicho Pablo Echenique, secretario de Organización de Podemos, sobre el resultado electoral. Al oírlo, me acordé de alguien que a las puertas de un trabajo que le iba a reportar un buen sueldo, me aseguró: “Si me lo dan, cuelgo la camiseta de Podemos”.

La persona que así me hablaba era un votante típico de esa formación: un joven urbanita y formado, que ha nacido en la democracia y no valora (no conoce) la Transición, enfadado con un sistema que lo condena al paro o a trabajar por un sueldo muy bajo, pero que, en el fondo, aspira a vivir como sus padres. Es decir, un joven que en modo alguno es antisistema por principios. Es más, un joven que ni siquiera tiene una ideología concreta, y mucho menos una ideología en la esfera de un partido de la extrema izquierda.

Un joven conservador, a fin de cuentas. No tanto conservador de sus propias cosas, porque no las tiene aún, como conservador de las cosas a las que aspira y de un sistema que le proporcionará seguridad y bienestar. No en vano, la diferencia entre gastarse el dinero en una discoteca o gastárselo en un restaurante es más de tiempo que de esencia, como lo es hacer un viaje con una mochila o gastarse el dinero en un hotel de cuatro estrellas.

La estrategia de Podemos ha sido asegurarse la extrema izquierda, con la incorporación de IU, y crecer hacia el centro, para situarse en la misma frontera del PP, a quien se ha considerado durante la campaña como el único adversario a batir. En cierta manera, los estrategas de Podemos han querido hacer en la izquierda lo mismo que el PP hace en la derecha: ocupar casi todo el espectro.

Pero en tanto los simpatizantes del PP están más unidos por los intereses que por la ideología y asumen con naturalidad las contradicciones de ocupar un espacio ideológico tan amplio, los simpatizantes de Podemos solo están unidos por la reacción frente a los intereses que representa el PP, y la reacción es siempre más transitoria y menos homogénea.


La mayoría de los votantes del PP tienden a seguir siendo votantes del PP, pues cada vez tienen más cosas. Muchos simpatizantes de Podemos, en cambio, tienden a sufrir las contradicciones que existen entre el lugar donde se está y el lugar donde se querría estar y, a la larga, tienden a ser votantes del PP. O de Ciudadanos, o del PSOE, que para el caso son lo mismo. 


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