El pequeño detalle de que es Navidad

ANTONIO JIMENO MÁRQUEZ
(Docente)


En este mundo tan ligero en el que vivimos todo parece pero nada es. Tenemos vino sin alcohol, leche desnatada, cocacola sin cafeína, tabaco desnicotinizado, turrón sin azúcar y así un montón de productos más. Pero no queda ahí la cosa, qué va. Por centrarnos y no abundar, también tenemos tiempo navideño sin Navidad, que es algo como, a la vez, ser y no ser, un imposible metafísico.

Aquí en Pozoblanco, no hace falta irse más lejos, para celebrar que llega la Navidad, han plantado un conopino psychedélico que parece sacado del más lisérgico de los viajes de Timothy Leary o de Rocky Erickson y han iluminado las calles con un alumbrado laico y geométrico, neutro total, correctísimamente apolítico, que lo mismo vale para el carnaval que para la feria chica de San Gregorio o para festejar cualquiera de las múltiples carreras solidarias que se organizan. Ni un angelito anunciador, ni una imagen del niño Jesús, ni un portalcito de Belén. Nada. Ni siquiera el buey y la mula en una zona que es eminentemente ganadera. Así lo ha querido el PP, un partido otrora conservador y de mayoría democristiana, que es el que tiene mando en plaza en estos asuntos.

Dice mi amigo Antonio Moyano que no entiende cómo en un pueblo tan capillitas como el nuestro, que tiene como patrona a la Virgen de Luna y quien no pertenece a una cofradía de Semana Santa pertenece a dos, haya tan poca gente que demande públicamente que se respete la tradición cultural cristiana aunque sea de la manera más inofensiva e igualitaria. Qué sé yo, por lo menos con un Feliz Navidad en la parte de arriba de la Calle el Toro que compense el Felices Fiestas de la parte de abajo para que nadie sea más ni menos que nadie ni haya persona alguna que se moleste.

Y es que es en los pequeños detalles donde se aprecian las grandes diferencias.

¡Feliz Navidad!



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