Entrevista a Bartolomé Carmona 'Carmonilla', homenajeado

EMILIO GÓMEZ
VILLANUEVA DE CÓRDOBA


Estaba a punto de comenzar el acto donde se bautizaría con el nombre de Bartolomé Carmona ‘Carmonilla’ al campo de fútbol de Villanueva. Había mucho silencio. De repente, el señor más mayor exclamó; ‘Viva Dios que nunca muere’. Era Carmonilla. El homenajeado. Su Dios en el que cree fielmente  le había proporcionado el regalo de que su nombre perdure  en el tiempo entre los vecinos de Villanueva.

Carmonilla no pasa por su mejor momento. Dice estar muy viejo y viviendo una nueva vida en soledad. Otra vida donde no hay  ya fútbol ni está el cariño de su mujer, la cual está en una residencia, víctima del Alzheimer. Aunque ahora lo veas muy alicaído, fue como un cometa mitológico en otro tiempo. Se comía al mundo con el teatrillo que montaba en su comercio, en la calle o en el campo de fútbol. Actuaba por donde pasaba. Siempre hacía lo que quería porque era incontrolable en su deseo de balón. En la radio era un torbellino de palabras descontroladas que le explotaban en la cabeza y las sacaba por las gafas.


Bartolomé Carmona ‘Carmonilla’ en el estadio que lleva su nombre. /SÁNCHEZ RUIZ


– Carmonilla. ¿Cómo estás?
– Muy emocionado. La gente me saluda y no conozco casi a nadie pero que Dios los bendiga. Están aquí conmigo.

– ¿Pero los saludas y haces como que los conoces?
– Sí, pero si no conozco muchas veces  ni a mis hijos ni a mis nietos. Voy tirando pero estoy como una chivita. Tengo 83 años y mira de golpe me ha venido esto de no saber ni donde estoy. Lo peor es  lo de mi mujer que la tengo ingresada en Alcaracejos. Ella no me conoce ni a mí. En la vida nunca piensas que un día vengan todas estas cosas de golpe.

– El campo lleva tu nombre.
– Y mi foto. La pena es que podré venir poco. Me pierdo hasta para venir aquí. ¡Qué tristeza tengo!

– ¿Añora el pasado?
– Sí, el Carmonilla ya no es lo que era cuando vivía feliz con su fútbol. Ya no soy  el Carmonilla  que la gente conocía por el fútbol. Estoy vivo pero a veces pienso que ya he muerto.

– Pero es una alegría grande el regalo que te han hecho.
– Es un regalo de Dios. Siempre he creído en él. Me ha dado fuerza en mi vida. Es muy bonito que se acuerden de uno aunque yo no me acuerde ya de casi nadie por mi enfermedad.

Bartolomé Carmona ‘Carmonilla’ descubriendo la placa del estadio con su nombre. /SÁNCHEZ RUIZ


– La gente te quiere. Todo este homenaje ha sido por tu buen hacer.
– Yo he querido mucho a mi pueblo, a mi fútbol y a la gente más necesitada. Me he confundido muchas veces. Le he quitado mucho a mi mujer y a mis hijos por el fútbol. Tiempo y dinero. Me he casi arruinado por el fútbol y sin saberlo mi familia. He salido adelante y he tenido una vida feliz aunque he sido un poco zalamero.

– Eras un poco fullero, ¿verdad?
– ¿Un poco? El más fullero del mundo. Conmigo nadie se perdía un partido por tarjetas. Cambiaba las fichas, engañaba a los árbitros. Lo hacía por el bien del equipo. Eso eran otros tiempos.

– Eres muy del Madrid.
– Mucho, aunque me quiso fichar el Barcelona. Soy merengue.

– ¿Qué te dice la gente por la calle?
– Me hablan aunque no conozca a los que me paran en la calle. Me dicen abuelo, Carmonilla, Caganíos. Yo digo que sí a todo  pero no sé muchas veces de lo que me hablan.

– ¿Te acuerdas cuando radiabas los partidos?
– Sí, algunos de los partidos que radiaba me los inventaba. Una vez suspendieron el partido por la niebla y yo seguía radiándolo.

– ¿Eso fue en Los Palacios?

– Allí creo que fue. No había jugadores en el campo y yo tirando córners en la cabina. Menos mal que no pité un penalti. ν

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