¿Dónde están los restos de Juan Ginés de Sepúlveda?

ARTURO LUNA BRICEÑO


No recuerdo si era en el 2006 o en el 2007. Fue en una cena de las que organizaba el Ayuntamiento tras la entrega de los premios que se convocan para feria. Me había presentado al premio de investigación “Juan Ginés de Sepúlveda” y aunque lo había ganado en tres ocasiones, me gustaba mandar trabajos porque si se premiaban se publicaban. Ese año lo hice con un ensayo sobre el teatro popular de Los Coloquios. Me premiaron con un accésit al primer premio, pero cuando me lo entregaron no se leyó el acta. Y este detalle sumado a que me comunicaron el resultado una semana más tarde de haberlo fallado, me pareció cosa rara, porque en las bases se decía que abierta la plica el secretario del jurado se lo comunicaría al autor.



En la cena me sentaron con los que habían sido miembros del jurado y les pregunté que por qué no existía un acta o al menos por qué no se leyó en la entrega del premio. No me supieron dar razón de ello, pero hicieron hincapié que ellos habían decidido dar el premio a un trabajo sobre la Guerra Civíl en Pozoblanco, porque venía muy al pelo con la promulgación de la Ley de la Memoria Histórica. Como era de esperar el trabajo estaba enfocado a la memoria de un bando y por supuesto no se hacía mención de los desmanes cometidos por ese mismo bando en Agosto de 1936.

Tumba de Juan Ginés de Sepúlveda.


El trabajo fue galardonado con el Premio “Juan Ginés de Sepúlveda”. Y ante mi sorpresa les dije: 

“Tengo un relato, que me contaron testigos del hecho, sobre lo que le ocurrió a los restos de Juan Ginés de Sepúlveda el 16 de Agosto de 1936. Viene muy al pelo sobre la memoria histórica de Pozoblanco.

En la mañana de ese día se cometieron crímenes, asaltos a viviendas, intentos de linchamiento y para mi dos atentados a la cultura, por los que nadie ha pedido perdón: El primero de ellos la quema de los Archivos de la Iglesia de Santa Catalina, que se iniciaron en 1.515 y con su destrucción dejaron a Pozoblanco desmemoriado y el segundo más grave aún: La profanación de la tumba de Juan Ginés de Sepúlveda, en la que estaban sus restos dentro de una urna de madera y cristal. La habían hecho sus familiares para depositar los huesos del Cronista tras el hundimiento de la Iglesia en el siglo XIX. Con el traslado de esta urna, desde la casa de sus herederos hasta Santa Catalina, se inauguró la actual iglesia.



Esa mañana una horda de exaltados cogieron la urna, la ataron con cuerdas y la llevaron arrastrando hasta la puerta del Bar del Rana, y allí reventó y se desparramaron los huesos, y la gente comenzó a darle patadas hasta meterlos en una cloaca que existía en medio de la calle. Y vosotros en su nombre dais el premio que evoca su memoria a un trabajo que pondera a los artífices del hecho”.



La reacción la vi al año siguiente, cuando se convocaron los Premios conocidos como “De feria” el de Juan Ginés de Sepúlveda había desaparecido.



Curiosa actitud del Ayuntamiento de Pozoblanco, que debía de conocer, como lo conozco yo, lo ocurrido en Agosto de 1.936, que todavía no ha hecho un acto de desagravio al Cronista. Al contrario han editado sus obras completas y han permitido añadir cuatro cartas a su “Epistolario”, cuando fue el mismo Juan Ginés quién seleccionó lo que se debía publicar. Para recordar su Huerta del Gallo, se ha comprado un cortijo de olivar disfrazado de monasterio porque allí el Doctor Sepúlveda escribió su obra. Y la verdad es que el sabio de Pozoblanco nunca puso un pie en Pedrique. 



Y por último la Concejalía de Cultura presenta un libro de Memoria Histórica, que llevaba más de un año a la venta, para recordar los crímenes del franquismo, pero no tenemos noticia de que quieran hacer un acto de desagravio a Juan Ginés de Sepúlveda que fue represaliado 350 años después de su muerte. Eso deja claro que la Ley de Memoria Histórica tiene lagunas que la convierte, cuando conviene, en desmemoria histórica. 


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