Cuando nació el Carnaval

ANTONIO A. MORENO
(TREMP)


No es extraño que Carnaval sea sinónimo de bullicio desenfrenado de sensualidad y exceso populares, ya que su origen se deriva de las fiestas Saturnales romanas. De todos modos, y de una forma más general se encuentran vestigios de estas fiestas, que en un principio tuvieron carácter religioso en todos los pueblos desde la más remota antigüedad. Con ellas se celebraba el año nuevo o la entrada de la primavera que simbolizaba el renacimiento de la naturaleza.

Hoy, el Carnaval es un conjunto de bulliciosas fiestas y regocijo que se celebraban en los días precedentes al Miércoles de Ceniza, es decir, en el tiempo inmediatamente anterior al de la vigilia, recogimiento y ayuno cuaresmal. Entre los carnavales antiguos, el que gozó de mayor fama fue el de Venecia, ponderado por las artísticas iluminaciones por medio de farolillos de colores con que se adornaban los edificios y las góndolas de sus canales, los fuegos artificiales, cabalgatas...

No menos notables fueron también los crímenes, venganzas y conspiraciones que en la ciudad se cometieron al amparo del clima de disolución en que aquellos días se dejaba a los venecianos. Colonia y Florencia, Múnich, Paris... son también ciudades famosas por sus carnavales. En España sobresalieron los de Madrid, Sevilla y Cádiz.

Es obligado recordar que a pesar de que los Padres de la Iglesia y algunos Sumos Pontífices clamaron repetidamente contra los desórdenes de estas fiestas, éstas estaban tan arraigadas en el espíritu de los pueblos que han seguido celebrándose hasta nuestros días en que gozan de enorme fama el Carnaval de Río de Janeiro y, ya en nuestro país y después de una prolongada prohibición, el clamor y el entusiasmo popular han resucitado los de Tenerife y Barcelona. 

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