Entrevista a Carmen Ruiz Castilla, cofundadora de Prode

EMILIO GÓMEZ
POZOBLANCO


Carmen Ruiz Castilla tiene 91 años. Vive en el número 9 de  la calle Muñoz de Sepúlveda. Allí sigue haciendo punto de cruz. Ha sido una gran modista y una madre que se ha entregado a sus hijos. Su hija mayor, Emiliana, tenía una discapacidad. Todavía la recuerda así como los inicios de PRODE. Cuenta que un día se juntó con Pepita Herrero y María Gómez para visitar a las madres cuyos hijos tuvieran algún tipo de discapacidad. Querían formar un hogar donde todos se apoyaran mutuamente.  Luego tomó parte su marido Blas García. Primeramente tuvieron su sede en la Casa de las Obispas. El hogar que era Prode fue progresando y aumentando en número. Hoy, Prode, es un referente a nivel andaluz.



– Carmen, ¿Cómo estás?
– Muy bien. Estoy contenta de la vida que he tenido. Ahora estoy haciendo punto de cruz. Quiero dejarle a mis seres queridos un recuerdo, y en eso estoy.

– ¿La vida le ha tratado bien?
– Yo creo que sí. He sido feliz. Quizás lo más duro que he pasado fue lo de mi hermano. Era Juan Ruiz Castilla ‘El Capitán Carrete’ que vino de Francia a finales de 1945 para luchar contra Franco. Murió el día de San Gregorio que fue cuando lo mataron.

– ¿Cómo fue su infancia, Carmen?
– Tengo unos recuerdos maravillosos de cuando era pequeña. Me gustaba mucho la sierra. Allí pasé mucho tiempo en el Cortijo de los Sastres que era el de mis padres.  Luego me venía al pueblo a la casa de mi tío Miguel Castilla porque mis padres pasaban una larga temporada en el campo.

– ¿Hábleme de Emiliana?
– Mi hija mayor. Tenía 24 años cuando la tuve. Todos los días la nombramos en casa. Mi Emiliana tenía una discapacidad pero era muy feliz y nos hizo a nosotros felices.  Siempre iba con nosotros. Sus  hermanos la quisieron con locura.

– Cuénteme la historia de Prode.
– Tengo que decir que las madres fueron el inicio de Prode. Empezamos las madres. Recuerdo que Pepita Herrero (la mujer de Emilio Dueñas), María Gómez y yo,  íbamos a visitar a las madres cuyos hijos tuvieran algún tipo de discapacidad. María Gómez sabía donde estaban estos niños con discapacidad  y allí íbamos. Se fue formando un hogar en la Casa de las Obispas que nos cedieron. Mi marido, Blas García, tomó parte haciendo una buena labor. Él se desvivió de tal manera que ocupaba todo su tiempo en esta gran idea. Se empezó con Promi y posteriormente Prode. Se logró  la familia que queríamos donde todos podíamos ayudarnos mutuamente. Las madres queríamos formar ese hogar para los niños que tenían una discapacidad.

– ¿Cómo se ve ahora la vida con 91 años?

– Pues viendo que la vida ha cambiado mucho. Tengo la fortuna de que mis hijos están conmigo tratándome a las mil maravillas. Y es que creo que así debería ser en todos los casos. Yo recuerdo esa vida de antes y la valoro mucho. Recuerdo en el campo a  las viejecitas de antes viviendo en las chozas y siendo tan bien atendidas. La sociedad de ahora debe cuidar más de sus mayores como se hacía antes. Es un mundo más independiente. Se debe cuidar más la comunicación comiendo en la mesa todos juntos y compartiendo las cosas. Lo que nos queda son los ratos que pasamos juntos padres, hijos y la familia.


No hay comentarios :

Publicar un comentario