La Asociación de viudas y sus bodas de plata

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)


El pasado miércoles hice una entrevista a integrantes de una Asociación que cumple este sábado 25 años. Es la Asociación de Viudas de Pozoblanco ‘Nuevas Esperanzas’. Ellas perdieron a sus maridos, a su media naranja como ellas dicen. Algunas de sus integrantes perdieron a sus acompañantes cuando apenas tenían 35 años, otras con 34, con 43 años. Y muchas con hijos pequeños a los que sacar adelante. Lo hicieron en una época donde todo era muy complicado. No más que ahora, pero diferente. A ver quien tiene el arrojo de decirle a esta gente que la vida es un jardín de rosas. No lo es. Somos hombres y de mujeres puestos a prueba de forma continuada.

Un buen día decidieron juntarse, salir para combatir la soledad que tenían. Han hecho su propia familia en la Asociación una vez que los hijos volaron de su casa. Tienen muchos recuerdos de cómo tuvieron que salir arriba. No se le olvida que la vida le cambió en un día. Tampoco pueden echar en el olvido lo que le costó sacar su casa arriba. Nadie les reconocerá nunca lo que hicieron. Son las verdaderas heroínas de la vida. Sacrificaron sus proyectos, deseos, esperanzas. Iba a decir hasta su propia vida.

Una de ellas me dijo con el micrófono cerrado “cuántos cubos de lágrimas derramé pero sin quedarme sentada porque no podía parar, si no quién me sacaba lo mío adelante”. La Asociación pozoalbense es la más numerosa de Andalucía y prepara ya su congreso regional para octubre. Son personas, todas, de una edad avanzada y de unas vivencias increíbles. Como decía María “a la viuda solo la comprende otra viuda”. 



Algunas llevan más de 30 años sin sus maridos. Aún así parece que fue ayer cuando los perdieron. Los siguen teniendo presentes. No les digan que no rehicieron su vida. Lo hicieron pero con trabajo y primando el bien de sus hijos. Dedicaron su vida a ellos y a sus maridos cuando estuvieron.

Hoy en Pedrique celebran un aniversario muy importante para ellas. La Asociación fue un camino que tomaron para salir de su tristeza. La memoria funciona como una videocámara que graba nuestras vivencias de manera que siempre podremos verlas y oírlas. En la memoria de esta asociación quedará ese espíritu de lucha que tuvieron. A unas les une un sentimiento de vida, a otras la fe, la religión, el ser vecinas. Saben compartir. Saben hacerlo y también “llorar en silencio para que sus hijos no las vieran”, como comentan ellas.

Un colectivo que me impresionó porque es de verdad. Un colectivo sin ideología definida o enmascarada, sin mensajes privados por abajo, sin voluntades más allá que las de ayudar y ayudarse. Estos son los colectivos de verdad con la mejor de las voluntades, con la cara destapada. A estas asociaciones sí hay que darle espacio, ayuda e ideas. Aglutina a heroínas que, con su pérdida, siguen viviendo y sobre todo hicieron que otros vivieran a pesar de las dificultades. A pesar de que ellas dejaron de vivir o vivieron sacrificando su propia vida. por decirlo de alguna manera. 



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