Saliendo a la pizarra... ¡Larga vida a la lectura!

FRANCISCA PLAZUELO MERINO 
(Psicopedagoga) 


“En un lugar de la Mancha, de cuyo norme no quiero acordarme…” “¡Ah, Romeo, Romeo! ¿Por qué eres Romeo?…”. Seguro que os resultan familiares estas oraciones, ¿verdad? Pues con ellas quiero comenzar con el propósito de hacer homenaje al mes que iniciamos, abril, pues en él tiene lugar una prestigiosa festividad, “El día del Libro”.

Los centros educativos ya están manos a la obra para celebrarlo y son múltiples las actividades las que se realizan, como por ejemplo: cuentacuentos, publicación de libros elaborados por el propio alumnado, homenajes a autores que han marcado en la historia de la literatura española, etc.

Pero, ¿cómo se estableció la celebración de “El día del Libro”? Hace ya algún tiempo, más concretamente el 23 de abril de 1996, se instauró por la Organización de Naciones Unidas (ONU) esta fecha para celebrar la importancia que tiene la lectura con el deseo de promoverla, combatir el analfabetismo, fomentar la cultura, rendir homenaje universal a los libros y autores y, especialmente, para alentar a todas las personas a disfrutar del placer de la lectura. El origen de este día se basa en la conmemoración del fallecimiento de autores tan influentes como William Shakespeare, Miguel de Cervantes Saavedra y Garcilaso de la Vega en 1616. También en un 23 de abril nacieron – o murieron – otros escritores eminentes como Maurice Druon, K. Laxness, Vladimir Nabokov, Josep Pla o Manuel Mejía Vallejo.

La lectura es una fuente rica de aprendizaje y nos aporta muchos beneficios, ya que ejercitar la mente mediante la lectura favorece la concentración, alimenta la imaginación, nos ayuda a empatizar, podemos afirmar, incluso, que el placer por la lectura predice el éxito profesional y además nos hace procesar la información y evita la degeneración cognitiva. Con respecto a esto último, algunos neurólogos y psicólogos informan que la lectura puede ser un método preventivo del alzhéimer u otras enfermedades neurogenerativas. No puedo dejar de destacar que la lectura favorece a la expresión tanto escrita como oral. ¡La lectura es el mejor compañero de viaje o el viaje perfecto! -depende de por dónde lo mires-.

Aunque todo parece fabuloso, lo cierto es que la lectura es un agradable pasatiempo para muchos, pero una obligación para muchos otros, especialmente para los más jóvenes. Conseguir que un niño o adolescente lea por iniciativa propia es uno de los retos más difíciles que se presentan hoy en día. Por eso es fundamental buscar una motivación extrínseca en el lector, por ejemplo comenzar a leer libros o textos relacionados con sus propios intereses, leer en cualquier tipo de formato (periódico, comic, folletos, etc.), hacer una lista con los libros finalizados, visitar librerías o bibliotecas donde el propio niño sea el que elija el libro que desea leer, asociar la lectura con momentos positivos (por ejemplo, regalar libros por su cumpleaños, Navidades u otras ocasiones especiales) y, sobretodo, felicitar sus logros. Además, estar diariamente en contacto con libros y disfrutar de actividades sencillas, como escuchar cuentos, despierta en ellos el deseo y la motivación por leer. Los niños son como esponjas y absorben e imitan todo aquello que ven y oyen, ¡Si te ven leer, leerán!

Podemos afirmar, como en su día lo dijo Ángel Gabilondo, catedrático de Filosofía de la Universidad de Madrid, que la lectura “crea, recrea y transforma. Una buena selección de libros es como una buena selección de alimentos: nutre”. Y quiero terminar con la frase escogida en el 2016, que no puede definir mejor lo que enriquece la lectura: “no hay nada como un libro. Un libro es un vínculo entre el pasado y el futuro. Es un puente entre generaciones y entre culturas. Es una fuerza para crear y compartir la sabiduría y el conocimiento” (Irina Bokova, directora General de la UNESCO). 


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