Pedrocheña (o Serranilla VI)

DIEGO GÓMEZ PALACIOS


Trato de memorizar la Serranilla, que en BUP leímos cuando dimos, los dos a la vez en una misma lección, hasta el punto que yo los confundía, a Jorge Manrique y al Marqués de Santillana, escrita por este. Lógicamente tendrá bastantes imperfecciones. ¿Será mi versión una variación “descafeinada”?; porque en otra lectura posterior fuera de la del libro de texto, tenía bastante “verdura enmascarada” para aquellos tiempos y aquellos críos. De momento soy incapaz y no me apetece dedicarme a buscar las versiones correctas, que tampoco alterarían el objetivo de este escrito. Memorizo la mía, asumiendo que pueda variar algo del original que leímos en su día (Que me rectifique D. Joaquín Domínguez, el ex profe Benítez del Insti, u otro versado en la materia):

Desde que nasci/nunca yo videre/moça tan fermosa/cual vi esa mañana/ allá en la frontera/ de la Finojosa./ Faciendo la vía/ del Calatraveño perdí la carrera/ vencido del sueño/ cuan fui a encontrar/ aquesta vaquera/ de la Finojosa/ Guardaba ganado con otros pastores…, (etc) Garnacha tenía/ de oro trenzada/ con broncha dorada/ que bien parecía./ De guisa la vi,/ que me hizo gana/ la fruta temprana./(¡será golfo!) Yo le dije así:/ Lozana/ ¿y sois vos villana?/ Ella contestó:/si soy, caballero, / si por mí lo habedes/ decid qué queredes,/ fablad verdadero./

Yo le respondí: ¡Juro por Santana que no sois villana! (¡Toma ya, so bruto!)

Originalillo el poeta, quizá la vaquera serrana al no ser “villana” según él, era una “se-villana” que se despistó yendo al Rocío; pero el Marques de Santillana, ponía en cuestión el derecho y la realidad de que las campesinas estén de muy bien ver. Parece ser que para ser atractivas había que pertenecer a la llamada “nobleza”, muy cristianas ellas pero algunas más putas que Rita, no la valenciana, q.e.p.d., sino la actriz, que también d.e.p.

Este insigne poeta y marqués, además de vacilar de muy macho, era muy machista y creo que confundía la hermosura y atractivo de las mujeres con la golfería.

Para mí, injusto e increíble que este personaje pondere solo a una moça fermosa cuando atravesaba Los Pedroches. Parece ser que lo hacía en el AVE y vencido del sueño. Si lo hubiese hecho como el menda, cuando estudiante en autobuses y carreteras de tortura china, después como currante en un seiscientos y carreteras de tortura malaya, para inspeccionar actividades industriales e instalaciones, quizá hubiese caído en la cuenta, como yo, que había multitud de serranillas por las que valía la pena sufrir correteando por Los Pedroches, a las que ponderar, admirar e incluso amar desde Espiel a Santa Eufemia. Desde Fuente Obejuna (Fons Mellaría, ¡que dolor!) hasta Cardeña, sin olvidar los pueblos de entremedias y aledaños, como mi querido Torrecampo. Aún cansado y vencido del sueño Iñigo López de Mendoza, hubiese disfrutado con la hermosura y simpatía de las “villanas” y tendría que haber versificado sobre la generalidad o, puestos a mala uva, sobre la villana antipática que confirme la regla, pero esa no sería de Los Pedroches, sino charnega en Pozoblanco, oriunda de Alcalá la Real o de Salamanca.

Ustedes perdonen, pero tengo la manía de mal imitar a Quevedo en las cosas menos chungas de este genio, criticando al lucero del alba, si viniese a cuento o se me atraviesa.

Juana Mari, Trini de Pozoblanco (no Agustina de Aragón) Miguelito (ya, y desde siempre, Miguelón), Domi (ya te apodaré, de momento eres incalificable pero por lo buena) e incluso el “bandido” Elías. Espero de vosotros que colaboréis en esta revista; tenéis mucho que decir y que enseñar, no os lo guardéis, no os aburgueséis. No deis lugar a que me meta con vosotros, como ya lo hice con el mismísimo Góngora y otros.

Colaborad con este semanario con vuestras experiencias y opiniones. 

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