La ermita de San Gregorio

JOSÉ LUIS GONZÁLEZ PERALBO
POZOBLANCO


Estimado Miguel:

Como persona vinculada al estudio y a la enseñanza de la Historia no puedo por menos que aplaudir la colaboración cada vez mayor en el semanario La Comarca de gente interesada en la citada materia pues ello redunda, sin duda, en el conocimiento y en la divulgación de nuestro pasado local y comarcal, tan ignorado en múltiples aspectos.

Pero en ocasiones este afán y dedicación dignos de encomio, bien por precipitación, interpretación inadecuada o por otras diferentes causas, puede jugarnos malas pasadas y dar lugar a una deformación de la realidad histórica y, llegado el caso, a expectativas e iniciativas conmemorativas totalmente improcedentes. Y ello pese a la indudable buena voluntad, el cariño y la sana intención que ponen los autores.

Por ello es necesario aclarar que la ermita dedicada a San Gregorio no cumplirá, al menos todavía, su cuarto centenario, acontecimiento que el artículo emplaza para el año próximo de 2018.

Además, en el caso de este edificio religioso, la investigación histórica no está precisamente ayuna de estudios rigurosos y todos ellos constatan y coinciden en que la conclusión de la ermita es bastante posterior y no se culminó hasta unos veinte años después de la fecha señalada de 1618. Sinceramente, desconozco a qué puede obedecer la elección precisamente de ese año.

Efectivamente, en el tomo primero de la obra titulada Pozoblanco en sus actas capitulares sus autores, Antonio Garcia Herruzo y Juan Bautista Carpio Dueñas, trascriben diversas actas municipales que aclaran meridianamente que la construcción de la ermita no concluye en 1618 sino que continua en años posteriores: “…abiendo tratado y conferido que persona sera de cençia y conçiençia para ser mayordomo y obrero de la ermita y obra de della, que se haçe en esta billa, en los ejidos della, para el bien abenturado San Gregorio…” (16 de agosto de 1621); “…que la hermita de San Gregorio que en esta villa se ba haciendo, a muchos años que esta començada y no se acaba por falta de dineros para la dicha obra… (5 de octubre de 1625).



Con motivo de las fiestas de 2009 en honor a San Gregorio, la cofradía homónima publicó un número especial de su revista donde recoge un pormenorizado estudio de José Luis González Peralbo sobre la evolución histórica de la ermita. Y en él queda probado documentalmente, con decenas de testimonios y fuentes históricas, que la construcción se inició en 1604 y continuó muy lentamente y con numerosos problemas durante tres décadas, incluido el derrumbe de una de las arcadas en 1629 y su posterior sustitución. A finales de 1629 se realizó el convenio y contrato para proceder a cubrir el edificio con la madera necesaria para la techumbre, obra que continua en 1630. Y en ese mismo año se comienza a solar la ermita con ladrillos. En 1632 y 1634 se instalan las lámparas de bronce. Y poco después se levanta la celda para que la habite el futuro santero que se designe. Todavía en los primeros años de la década de 1640 se está amueblando el edificio. Y en 1645, por primera vez y de modo inusual, los representantes de las Siete Villas celebraron reunión en la flamante y posiblemente recién inaugurada ermita. Los promotores y autores de las obras así como los donantes y las cuantías de contratos y limosnas están recogidos en el citado estudio.

En el pasado año de 2014, el añorado cronista pozoalbense, Manuel Moreno Valero, publicó una obra dedicada a la ermita de San Gregorio y en lo concerniente a las obras de edificación, retomando las informaciones reflejadas en actas municipales publicadas por García Herruzo y Carpio Dueñas y el citado estudio de González Peralbo, viene a concluir en lo ya expuesto: que la obra de la ermita fue una sucesión de querer y no poder, desde 1604 hasta 1629 en que cobró nuevo y definitivo impulso y que durante los años treinta las labores de construcción continuaron.

Quede claro que en lo expuesto anteriormente no existe intención alguna de descalificación o polémica, y mucho menos tratándose de personas a las que admiro. Y no me cansaré a la hora de insistir sobre la loable y acertada labor de difusión histórica que realizan todas las semanas los colaboradores de la publicación. Pero una rectificación a tiempo nos evitará perder tiempo y energías en desandar el camino equivocado.


Un abrazo. 


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