Mucho por fuera y nada por dentro

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)


El pasado fin de semana se vivió el Congreso Nacional del Cerdo Ibérico en Pozoblanco. Apenas fue gente. Nadie se vio reflejado en el congreso. Ni los propios hosteleros. Hay una imagen llamativa de él en SOLIENSES donde aparece un plato cargadito de jamón de toda la vida y otro plato moderno de ahora. El primero es Jamón ibérico tal cual. El segundo tiene mucha creación pero poca sustancia. Eso sí, el plato segundo es más bonito con dibujitos, los espárragos trigueros y nos lo venden como una delicatesen.

La vida de ahora es un engaño. Todo marketing. Hay dos conceptos que conviene compararlos. Está la apariencia y la esencia. Aparentar es dar una imagen irreal de los que somos. La esencia es lo que nos pertenece, lo que somos. Pozoblanco y Los Pedroches se debe de vender como es. Somos lo que somos.

Tenemos el ámbito de repercusión que tenemos. Hay una tendencia de que querer vender lo que no somos.

En el Congreso Nacional del Ibérico vendimos al exterior unos platos gastronómicos que aquí no hacemos, una cocina que no tenemos. ¿Para qué? Póngase en la tesitura de que el congreso haya servido para que una persona de fuera apueste por venir aquí tras este evento a probar esos platos. Si viene, los pedirá y le diremos que no se los podemos servir porque no los tenemos.

Los nuevos chefs son maravillosos, pero el hostelero de aquí si pusiera esas miniaturas a sus clientes lo mandarían a freír espárragos. ¿Tenemos que cambiar la cultura gastronómica? Posiblemente, pero poco a poco y no con fuegos de artificio. La sensación es que todos estos eventos quedan con muchos colorines pero sin sustancia. Mucho por fuera y nada por dentro.

Hay una tendencia en nuestro ayuntamiento de proyectar imagen exterior a lo grande. Está bien vender la imagen al exterior pero los protagonistas de esa imagen deben de ser la gente de aquí contando como se vive en nuestros pueblos. Eso es mejor que traer chefs y artistas a sueldo. Esto no puede ser un cohete que explota, se ve y se pasó. De qué nos sirven que nos conozcan por un Congreso Nacional del que no sabemos nada, ni dónde se celebra. Para que las cosas funcionen exteriormente deben de funcionar primero internamente. Eso no se nos mete en la cabeza. Mucha espuma y la botella al final medio vacía.

Olvidamos al final nuestras costumbres. Olvidamos al final que en nuestras gentes está nuestra historia, nuestra realidad. Olvidamos lo que somos. No nos podemos vestir con una camisa y una chaqueta que no es la nuestra. No nos podemos vender como lo que no somos. No podemos desparramar nuestros recursos en cosas que se van fuera y no dejan nada dentro. Se nos está proyectando la imagen de querer ser lo que no somos. El ámbito de repercusión que tenemos es el que tenemos por mucho que lleguen chefs, artistas o presentadores de fuera. Hablan de nosotros un segundo y medio. Lo suficiente para llevarse la cartera llena y dejar el mismo vacío de siempre. Hay que hacer cosas consistentes que repercutan en los habitantes que conforman el pueblo. No gastarse un dineral en proyecciones absurdas que quedan en nada. Mucho por fuera y nada por dentro.


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