Epíteto 5: Crimen pasional

PAULA RANCHAL GARCÍA
(Estudiante 4º ESO) 


Se escucha un golpe. La niebla que cubre el dorso de la gran montaña recibe a Vida como a un hijo recién nacido. Ella también ha oído el golpe, pero no sabe de su procedencia, sólo divisa oscuridad por todo su alrededor.

– ¿Dónde estoy? ¿Alguien me escucha? – Intenta proclamar Vida con demasiado miedo.

Un fuerte viento escapa desde alguna parte y lanza a Vida hacia un pequeño punto blanco que se ensancha a medida que ella se acerca. Cuando está apunto de tocarlo, se desvanece y empieza a oír una sollozante voz:

– Vida, debes saber algo. Mundo sólo quiero aprovecharse de ti. Él intenta sugestionarte diciendo que te quiere y hace cosas buenas por ti, pero por su culpa no eres libre y no puedes hacerte grande, porque a día de hoy aún eres insignificante. El universo te está esperando, y Mundo sólo es una diminuta parte de él.

Vida estaba muy confusa. Ella estaba dispuesta a decirle a Mundo que lo quería y pretendía agradecerle el tiempo a su lado y todo lo que había hecho por ella. Quería volver a ser víctima involuntaria de su propio engaño. Aparte, ¿por qué iba a hacerle caso a una voz de la cual no sabe nada?

– ¿Quién eres?- dice Vida con un breve tartamudeo.

– Quien yo sea no es relevante. Quiero que te tengas respeto a ti misma, que veas que puedes ser quién quieras sin la ayuda de nadie. Debes unir todas las partes de ti, es decir, todas las “Vidas”, y hacer que cohesionen entre ellas, ¿para qué machacarte a ti misma? El amor, desdichado para unos y adorado por otros, es lo que te ha hecho estar aquí hoy, así que, úsalo como arma de fuerza. Quiero que tengas muy claro que, quererte a ti es querer a todos.

Vida no entiende qué ocurre. Está oyendo una voz que no conoce de nada, aconsejarle sobre cómo tiene que actuar después de haberse tirado días en continuo shock. Nadie le frenará las ganas de saber con quién está hablando.

– Pero, ¿tú me conoces? ¿Cómo puedes estar hablándole así a alguien de quien desconoces existencia?- Vida creyó éste, un argumento estoico

– Soy tu origen, pequeña, pero si salgo a la luz, puedes desaparecer para siempre. Ya sabes lo que hacer.

– ¿Eres Dios? ¿El Big Bang? No puedo entender nada…

Entonces se oyó un gran grito que hizo a Vida encogerse y cerrar los ojos. Cuando volvió a abrirlos, se disponía de nuevo a subir el Teide y oía hablar a Mundo cada vez más cerca. No dijo ni una palabra, sólo se dedicó a escuchar. Había alguien con él, empezó a acelerar y, para su sorpresa, Mundo estaba solo.

– ¿Vida? ¿Qué haces tú aquí?

– ¿Por qué lo preguntas? ¿No puedo estar aquí?

Mundo estaba un tanto aturdido ya que no sabía qué hacer para conseguir que Vida lo perdonase. Ignorando sus preguntas, indicó:

– Vida, creo que tenemos que hablar.

– Deja de creerlo y hazlo. Yo también tengo cosas que decir.

– Te quiero, desde hoy hasta el final de mis días y si para quererte tengo que dejar que te alejes de mí, lo haré, porque tienes razón, no puedo permitirme cortarte las alas siendo lo más bonito que tienes.

Vida, completamente sorprendida, afirmó:

– ¿Cómo has llegado a esa conclusión?

Mundo se acercó, y entre sus brazos y con la fuerza de un continente, fundió a Vida en un abrazo infinito, susurrando:

– Somos de quién nos cuida.


No hay comentarios :

Publicar un comentario