Riña de topos

JUAN PEDRO DUEÑAS


Digo riña porque no puede alzarse a la categoría de pelea, para eso había que buscar otros sujetos, bien sabido que en una riña se enseñan los dientes, se profieren insultos, se mojan las orejas con saliva y punto, en cambio la pelea, siendo detectable, implica valentía y resultado inciertos pero aceptados de principio por los contendientes; uno pierde, otro gana o ambos pierden, pero se juegan su integridad física, su honor o su futuro; éstos desde el culo caliente de sus respectivos asientos no corren ninguno de los riesgos personales, a todo lo más poner en peligro su situación de privilegio social.

Son topos incapaces de verse frente a frente y pactar un resultado y así se evitarían ambos resultados dañinos, no solo para ellos sino aún más para los que nos cruzamos en su frente.

Es cuestión de delimitar el campo de batalla, como problema, establecer las reglas de juego y aceptar los resultados ateniéndose a lo pactado. Un planteamiento de absoluta racionalidad y coherencia para resolver cualquier conflicto, más aún cuando las consecuencias afectarán a terceros, como digo, que solo jugamos el papel de convidados de piedra cuando en realidad deberíamos ser los verdades protagonistas.

Si los políticos electos son la manifestación de nuestra voluntad, será nuestra voluntad la que debe marcarles el camino a seguir, y es obvio que la gran mayoría de los españoles no queremos que se mantenga la situación actual catalana a la que nos han llevados estos insignificantes mamíferos.

Erróneo planteamiento en que ha derivado el tema en la búsqueda de la mayor culpabilidad; como tú tienes mayor culpa que yo, recurro a los procedimientos de coacción del Estado para someterte a mi voluntad.

El gobierno hace un uso torticero de su legitimidad, usurpando a los ciudadanos su verdadera voluntad que, por no sabida, debe ser consultada.

El impero de la ley debe ser la expresión de la voluntad popular, así proclama nuestra Constitución, con lo que la ley está sometida a la voluntad de los ciudadanos, y si una ley no cumple su finalidad de preservación, entre otras, de la paz social, esa ley siendo legal no es legítima y por tanto debe y puede cambiarse, incluso la propia Constitución como ley Suprema regula el procedimiento de su propia reforma, salvo en los supuestos de que el Estado se encuentre en guerra, o se den las situaciones de alarma, excepción o sitio, que hoy por hoy, afortunadamente, no han sido declarados.

La pregunta para la reflexión: ¿Estos irresponsables del gobierno, estarán provocando conscientemente llevarnos a una de esas excepciones que impidan la reforma constitucional y así impedir saber la voluntad de los ciudadanos?

La pregunta es perversa pero visto lo visto y siguiendo la moraleja de “por sus actos los conoceréis”, aquí, ahora, y con estos sinvergüenzas de gobernantes, todo es posible.


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