La Semana Santa de Pozoblanco y el testamento de Juan Ginés de Sepúlveda

ARTURO LUNA BRICEÑO


Juan Ginés de Sepúlveda estaba ciego cuando hizo sus testamentos. Este dato lo conocemos por el pleito que diferentes familiares del Cronista mantuvieron por heredar la tenuta del Mayorazgo en 1617, al morir el único hijo de María de Sepúlveda y de Alonso de Argote: Juan Argote de Sepúlveda, que estaba casado con una tía suya, hermana de Luis de Gongora y Argote, el poeta, con la que no tuvo descendencia.



Hizo el Cronista el primer testamento en Pozoblanco el 4 de agosto de 1571 y este documento cuando la justicia lo reclamó lo tenía en su poder el presbítero Juan Ponce de Sepúlveda, clérigo e hijo de Marcos Ponce, Escribano público de Pozoblanco, sobrino y hombre de confianza de Juan Ginés de Sepúlveda y con sus hijos Juan y Luis fundador de la Santa Cofradía de Jesús Nazareno. Era el único, aunque extractado que se había publicado. Fue enviado a Madrid por los jueces y en la actualidad se encuentra en el Archivo Histórico Nacional. Y comienza así: “Primeramente encomiendo mi alma a Nuestro Señor Jesucristo, Dios y Hombre verdadero que la redimió con su preciosa sangre, Y es mi voluntad que cuando Dios me llevare de esta presente vida, mi cuerpo sea sepultado en la Santa Catalina, Iglesia de esta Villa de Pozoblanco en la sepultura de piedra que yo tengo hecha para mi encajada en la pared de la Capilla de la dicha Iglesia y que acompañen mi cuerpo que lo fueren a sepultar todos los sacerdotes de la dicha Villa y todos los cofrades de todas las Cofradías que hubiere en la dicha Villa de Pozoblanco con antorchas y candelas encendidas y se les de la limosna acostumbrada y que también para este mi enterramiento llamen y rueguen que vengan todos los clérigos presbíteros de la Villa de Pedroche, Torremilano, Torrefranca y el Añora y todos los frailes presbíteros del Monasterio de San Francisco de la Villa de Pedroche...”.



Continúa diciendo que tiene intención de crear una capellanía, cosa que hizo tiempo después. Y volvió a testamentar de nuevo en Pozoblanco el 16 de octubre de 1572. Este testamento, cuando lo reclamaron para el citado juicio del Mayorazgo, lo entregó un jesuita de Córdoba que había sido el confesor de Juan de Argote de Sepúlveda. También fue enviado a Madrid y se incluyó en un legajo que permaneció perdido hasta el siglo XX. Y comienza así: “Primeramente encomiendo mi anima a nuestro Señor Jesucristo Dios y hombre verdadero que la redimió por su preciosa sangre y es mi voluntad y que Dios me llevare de esta presente vida mi cuerpo sea sepultado en Santa Catherina Iglesia Mayor de esta Villa de Pozoblanco en la sepultura de piedra que yo tengo hecha por mi encargada en la pared de la Capilla Mayor de la dicha iglesia y que acompañen mi cuerpo quien dolo fueren a sepultar todos los sacerdotes de esta dicha Villa y todos los cofrades de la Cofradías que hubiere en esta dicha Villa con sus hachas encendidas y se les de la limosna conveniente y que también para mi enterramiento llamen y juzguen que vengan todos los clérigos presbíteros de la Villa de Pedroche”.



Se aprecia que ha prescindido de todos los clérigos foráneos, menos los de Pedroche, y que sigue invitando a su entierro, con sus luminarias, a todas las cofradías que hubiera en la Villa de Pozoblanco. Y añade un dato que será vital para conocer el enfrentamiento de la Familia Pedrajas contra la Familia Sepúlveda y es lo siguiente: La ubicación de su tumba en la Iglesia que se inauguró el 1530. Y más adelante, al señalar las obligaciones del Capellán de su Capellanía aclara: “… el dicho Capellán sea obligado a proveer de la renta de la dicha Capellanía todos los recados y vestimentos que fueren menester para decir las dichas misas los cuales recados ha de tener y guardar en la dicha arca en la sacristía de la dicha Iglesia por lo cual y para otras cosas yo tengo facultad y licencia del Ilustrísimo Señor Arzobispo de Sevilla Don Cristóbal de Rojas y Sandoval, siendo Obispo de Córdoba como parecerá por las escrituras firmadas de su mano y sellada con su sello”.

Cuatro fueron las cofradías de Pozoblanco, todas ellas fundadas antes del 1530 que asistieron al entierro del Cronista que falleció el 17 de noviembre de 1573.
- La Cofradía del Santísimo Sacramento.
- La Cofradía de la Santa Caridad.
- La Cofradía de la Santa Vera Cruz.
- La Cofradía de las Benditas Ánimas.



La del Santísimo tenía la obligación de acompañar a los sacerdotes cuando acudían a dar la comunión a los enfermos. Y hacer la procesión del Corpus Christi.

La Cofradía de la Santa Caridad tenía un hospital de pobres en el que acogían y curaban a los mendigos que transitaban por Pozoblanco. Este hospital era como los que existían en el Camino de Santiago. Fue la predilecta de Pedro González Franco “Pero Franco” y a ella le donó su casa al morir.

La Cofradía de la Vera Cruz tenía la obligación de atender los oficios de Semana Santa en Santa Catalina y montar los siguientes actos: la Procesión de la Sangre en la noche del Jueves Santo, que tenía como titular a Jesús a la Columna, el Vía Crucis de la madrugada del Viernes Santo, que tenía de imagen a Jesús Nazareno y el Labatorio en los Oficios del Jueves Santo. Era la preferida de Juan Ginés de Sepúlveda.

Y la Cofradía de las Benditas Ánimas que se encargaba de dar sepultura en la Iglesia a los pobres. Allí permanecían enterrados dos años, que era el tiempo que las Ánimas Benditas estaban en el Purgatorio. Hacía una procesión cada mes para sacar los huesos de la Iglesia y llévarlos a otro lugar sagrado.



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