¡Se escribe WhatsApp!... ‘¡Cuando papá vivía, tos patrás...!’

JUAN BAUTISTA ESCRIBANO CABRERA


Con la barriga llena de granos (el arroz había salido de gran categoría) y sentados en torno a una generosa lumbre, alguien sacó a relucir en la sobremesa el chascarrillo que titula a este guasa que nos ocupa.

Para quién no lo conozca: Cuentan que los hijos de una familia que había perdido al padre recientemente se apretaban para acercarse a una candela pobre que poco podía calentar pues carecía de materia prima: ¡Leña!

El hermano chico, luciendo un brazalete negro cosido a la manga de su chaquetilla para denotar el luto, al tener menos empuje, ocupaba el peor sitio y tiritaba de frío. Con rabia e impotencia se lamentó gritando: “¡Cuando papa vivía, tos patrás y ahora que papa se ha muerto, tos palante!”.

La historia no precisa de muchas explicaciones. Como ya habrán comprendido, aquel padre (incansable para que sus hijos no pasaran frío) acarreaba abundantes cargas de leña que propiciaban reservas en el tamaral y en la leñera y permitían mantener durante horas un poderoso fuego que obligaba a retirarse (por el mucho calor) a los que se sentaban en torno a él. Con la muerte del progenitor, al parecer, los hijos habían perdido la buena costumbre de tener en casa leña en abundancia y, en consecuencia, la candela se pasaba rápidamente y todos se acercaban pasmados, buscando el calorcillo que desprendían las últimas brasas y cenizas.

En estas miradas sobre nuestra comarca, en más de una ocasión, nos hemos referido a la responsabilidad que tenemos los mayores de transferir unos pueblos en los que se pueda y valga la pena habitar. De traspasar una dehesa y un olivar de los que disfrutar y extraer lo necesario para vivir. De entregar nuestros Pedroches de nuestra alma, a la siguiente generación, en las mejores condiciones. Todo eso y mucho más se nos debe exigir. Sin embargo, junto a esa ineludible responsabilidad, no deben quedar dudas acerca de que la última palabra corresponde a la generación que nos sigue. Quién dijo que vivir en Los Pedroches fuese una tarea fácil. Basta mirar su paisaje con cierto detenimiento: sus casas de rústicos sillares perfectamente ensamblados o de piedras acomodadas unas sobre otras en un alarde de habilidad y paciencia; sus enormes vigas de encina; las jambas y dinteles de granito que ven pasar las tardes en sus calles; sus calles de adoquines cortados y ensamblados uno a uno; sus encinas plantando cara a la seca y a la sequía; sus olivares en equilibrio y trazado perfectos sobre cerros en los que andar ya es un prodigio… mirar los Pedroches nos lleva a hacernos una idea de que, desde siempre, las gentes que los habitaron hubieron de luchar duro. ¿Quién dijo que vivir aquí fuese fácil?

Es necesario que los jóvenes sean conscientes de que, al igual que en otras partes del planeta, en su tierra, lo van a tener complicado. Es preciso que lo sepan y lo asuman, que valoren a qué se enfrentan y a qué se arriesgan y qué ganan y qué se pierden si se marchan. Las decisiones que deban tomar han de partir de la realidad y del conocimiento. Sin mentiras, sin miedos, sin ignorancia, sin trampas, sin propagandas interesadas,… y sin olvidar que, tampoco aquí, dos y dos son siempre cuatro.

Tímidas iniciativas institucionales como la FP dual ofrecen, de partida, caminos que se antojan más razonables, pero a ellas deben sumarse la creatividad, la ilusión, el creer en las posibilidades de esta tierra, el no renunciar a unas mejores comunicaciones (vivir aquí no ha de significar aislarse del mundo), el luchar para que cesen los olvidos y las mentiras por parte de las administraciones,… y esa tarea, ya no es responsabilidad exclusiva de las personas mayores (entre los que me incluyo) y pronto no nos pillará ni de refilón (la responsabilidad, digo).

Los que se queden habrán de decidir, además, cómo quieren vivir, dentro de lo que nuestro valle les ofrece y, si desean estar calentitos y a considerable distancia de la lumbre, no deben olvidar que, previamente, habrán de acarrear la leña. Las cosas son así: ¡Sin leña no hay candela! Lo del gas ciudad es otro tema.

Bienvenidos a ¡Se escribe WhatsApp! Muchas gracias por acompañarme hasta aquí. No es necesario añadir jejeje ni marcar emoticono alguno. Espero que nos sigamos encontrando en alguna de las plazas de nuestra comarca y, si hace frío, colocados a una distancia razonable, busquemos acomodo en alguna chimenea cercana. Asemos un chorizo y esperemos a que escampe. De momento, llueve que no es poco.


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