Vivencias de caza

FRANCISCO PRIEGO DUEÑAS
LOS PEDROCHES


Empecé a cazar sobre el año 1954 cuando tenía 24 años. Había cazado algo cuando iba a la aceituna en un pequeño olivar de mi abuela Cristina Cardador, en el paraje de Mirabuenos, llamado cortijo de los Asenteros, pues estuve yendo sobre quince años en compañía de mi madre. En este tiempo cacé algo con una escopeta prestada, pues yo no tenía ni permiso de armas ni escopeta. Al dejar de ir a la aceituna empecé a cazar con Teodoro Cardador Moyano, ocho años mayor que yo y estuvimos juntos cazando toda la vida hasta que lo dejó por ser ya mayor.

Sobre el año mencionado de 1954 empezamos a cazar en la, serrezuela, ya que íbamos en bicicleta con los perros corriendo detrás de nosotros. No estuvimos mucho tiempo, pues me salió la compra de una motocicleta marca LUBE de 125 cc. Con cambio en el depósito. Se la compre desarmada a Rafael el Renten, pues con esta moto nos fue más fácil desplazarnos a cazaderos más retirados de Pozoblanco, principalmente a las fincas de la Serrezuela y recuerdo un día que fuimos al ventorro del Sales, nos dejamos la moto sobre una encina con la llave de la gasolina abierta, cuando fuimos a regresar a Pozoblanco, empezó a fallar la moto cuando llevábamos unos 500 metros, pues se había quedado sin combustible, llegando hasta Pozoblanco empujando la moto sobre las diez de la noche, estando nuestras mujeres muy preocupadas.

Esta moto la tuvimos unos dos años. Después de esta compramos una Montesa lmpala que era algo mejor, por lo que además de La Serrezuela pudimos empezar a cazar en los términos de El Viso y El Guijo. Le hicimos unas aguaderas donde llevábamos los perros. Cazábamos en todas las fincas libres de estos términos y en algunas que no lo estaban.

Ya habíamos estado mucho tiempo con varios tipos de motocicletas y por fin llegó el día que pudimos hacernos con un coche de los de entonces, un Citroén 2CV furgoneta y en su interior ya podíamos llevar todos los utensilios de caza así como los perros, que generalmente solían ser de mi amigo Teodoro. Después de este coche tuvimos varios entre ellos algún todoterreno.

Pero como tanto nos gustaba la caza, nos enteramos que en la serrezuela vendían una finca de unas 200 fanegas, llamada finca Del Habas. El dueño era de Hinojosa del Duque, así que una noche, después de dar de mano, nos acercamos a ver al dueño de dicha finca y estuvimos sobre dos horas de trato, no llegando a un acuerdo para comprarla por 50 pts. la fanega por lo que nos vinimos a casa sin conseguir nada.

A los pocos días, nos enteramos que vendían otra finca en el término de El Viso, llamada Las Cobatillas, con una superficie de 370 fanegas, llegando a un acuerdo con su dueña Doña Pura Moreno, madre de los hermanos Ollero Moreno. Para poder realizar la compra tuve que hablarlo primero con mi hermano José Luis, pues todas las compras e inversiones que, hasta la fecha, hemos realizado las hemos hecho de mutuo acuerdo.

Los señores Ollero Moreno, se vieron en la necesidad de vender dicha finca por la imposibilidad de ampliarla con los linderos de la misma, pues sus dueños no querían venderles las parcelas colindantes. Al poco tiempo de comprarla nosotros, empezaron a vendérnoslas, por lo que la finca en la actualidad tiene una superficie de más de 900 fanegas. Más las que se le han ido añadiendo de otras fincas colindantes. Desde el día que hicimos la primera compra de la finca, tuvimos un cazadero más, que por aquel tiempo esas fincas eran un harén de caza, con especies como liebre, conejo (los había por miles), perdiz y tórtola. A esta finca nos fuimos muchos fines de semana, donde pasábamos unas veladas inolvidables, ya que para estas veladas nocturnas, mi amigo Teodoro se las pintaba solo, nos contaba las mismas cosas una y otra vez y siempre nos teníamos que reír. Respecto a los modos de caza, los que practicábamos eran: al salto, al ojeo con red para los pájaros, nocturna, aguardo etc. También quiero recalcar que fuimos a cazar muchas veces con su hermano Manuel Cardador y Francisco Olid Martínez, viajando siempre en el coche Land Rover, propiedad de este último.

Por último, nos hicimos pescadores, asociándonos a la Peña de Los Pescos en el bar de El Rana.

No puedo dejar en olvido a su mujer Luciana. Como tantas veces íbamos a su casa mi mujer y yo, siempre tenía una sonrisa o algún comentario agradable, igualmente, como sabía que me gustaba más un dulce que una copa de vino, siempre me obsequiaba con algún dulce de su elaboración, dulce que estaba exquisito pues tenía unas manos primorosas para la repostería casera.

De todos estos años compartidos con mi gran amigo Teodoro, tendría para escribir un sinfín de páginas y dejo este escrito como recordatorio de su persona así como a su señora Luciana, rogando me disculpen por no haberlo escrito mucho antes, teniendo un cariñoso recuerdo así como una oración por el eterno descanso de sus almas. 


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