La confianza

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)


La confianza es una de las cosas que hemos perdido. Se nos quedó por el camino. En los últimos años nos hemos vuelto más desconfiados. Ya no somos los mismos. Vivimos más pendientes de los demás que de nosotros mismos. No nos fiamos. Esa práctica del ‘todo vale y del si te he visto no me acuerdo’ nos ha hecho mucho daño. Nadie le mira la cara a nadie. Un horror. Hay muchas dudas de lo que tenemos al lado. Eso es perjudicial para el cariño, la estima y el saber estar.

Atrás quedaron esos tiempos de puertas de casas abiertas, de llaves en la casa del vecino y de fiar en el comercio del barrio. Esas casas sin cancela, esos campos abiertos sin miedo a robo ya no existen. Y esa manera de vivir en confianza se ha perdido. Se perdió no solo la confianza, también la libertad. Hoy los profesores se cuidan mucho de los padres de los alumnos pues ejercen su tarea docente con miedo a los problemas. No son esos padres que daban libertad plena para que el profesor regañara o diera un coscorrón al niño cuando se pasaba de la raya. Se perdió el respeto. No solo al profesor. También al mayor, a la autoridad y al que tienes al lado.

Uno busca lo mejor para sí mismo. Eso es lo que importa en la sociedad. No importa la manera de conseguirlo. El virus de la falsedad se ha contagiado de tal manera que ha eliminado la confianza y más cosas. Se llevó por delante nuestra bondad y solidaridad. Estamos jodidos y no paramos de hacernos daño. Los intereses particulares han podido con los generales. La búsqueda del placer inmediato y la satisfacción momentánea ha terminado con el entendimiento humano. Este solo es posible con la confianza. El problema es que convertimos la confianza en conveniencia egoísta. Somos muy buenos con nuestras mascotas pero no tanto con nuestros vecinos.

Una sociedad trampeada donde caímos como tontos en las hipotecas falseadas y en el bienestar ficticio que nos vendían. Una sociedad a la que le quitaron los principios fundamentales para pervivir. La política se convirtió en un cúmulo de intereses, de circunstancias y derivas sociales que han hecho que se pierda la confianza en ella. El dinero lo ha corrompido todo. Este se quedó arriba (en los que mandan) y entre ellos se están peleando por quedarse con él. Los demás somos los que votamos hacia donde corre la moneda. Gürtel, ERES, chalets millonarios. Una vergüenza todo. Política de escaparate. Nos convirtieron en seres que miraron demasiado el escaparate de fuera y poco el de dentro. En nosotros está la verdad. Eso es lo que hay que recuperar. Se perdió y ahora no se puede localizar entre tanta mentira y tanta basura. La gente mira el bienestar a corto plazo y no piensa en el largo plazo. La gente va a lo pasajero y se deja lo duradero. La gente piensa que el ‘yo’ puede al ‘nosotros’. Todo es compartido. O debería ser. No es cuestión de pillar nuestra parte. La vida es otra cosa. Dar y recibir. La realidad es que lo que se quiere es tener los bolsillos llenos y el que venga detrás que… arree.


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