La feria chica de antes y el progreso

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)


Hace algo más veinte años, San Gregorio se celebraba en la Avenida Villanueva de Córdoba y en la Glorieta de su ermita. En ese tiempo, algunos salíamos de mañana y llegábamos al amanecer del día siguiente. Qué tiempos en los que tenías la sensación de estar en un lugar que, en cierto modo, te pertenecía. La modernidad eran los nuevos locales que abrían. No había ni nuevas tecnologías ni aplicaciones informáticas novedosas como ahora. La modernidad iba más lenta. Por aquel tiempo éramos jóvenes que era lo mismo que ser modernos. Modernidad era estudiar, prepararse y divertirse. Aprovechábamos las fiestas de una manera especial. Se vivían de manera fuerte. Decíamos por entonces que esta era la feria chica y que todos los pueblos tendrían que tener dos ferias. Una se quedaba corta. Nadie pensaba lo que vendría después. Nos gustaba ir a las tascas que se ponían en el paseo. Nadie hacía botellón pues eso no existía. Éramos felices sin saberlo.

Todo eso fue antes de que se produjera el estallido virtual. No reinaba aún el imperio de la informática. La gente estaba en la calle disfrutando de las fiestas que se celebraban (en este caso la de San Gregorio). Hoy las calles de reclutamiento son las redes sociales y los lugares de moda son aquellos escondidos y apartados con poca luz donde se hace el botellón. Los tiempos son más oscuros. Hay menos luz.

Durante más de una década llevo escuchando a políticos de toda la geografía española con frases hechas y manidas. Me refiero a esas frases malas y encorsetadas como “no nos podemos quedar atrás, tenemos que ir con el progreso”. O esas otras donde dicen que van a apostar “por nuevas alternativas de negocio”. El progreso, necesario, es el mismo que hace veinte años. Es tener preparación, formación y ganas de trabajar con todas las innovaciones que se vayan produciendo. Ese es el progreso, tener ganas y formarse bien. Aquí se incluyen los políticos que deben ofrecer nuevas oportunidades, tener empatía con los ciudadanos, cultura, formación y mucho cariño por mantener las formas de vida de los pueblos. 

Fuegos artificiales en San Gregorio. /SÁNCHEZ RUIZ


Uno no avanza si no está preparado. Los pueblos tienen que rescatar su esencia y transformarse en lo que fueron sin dar la espalda a lo nuevo que aparezca. No pueden jugar a ser ciudades. No se dan cuenta de que esa guerra está perdida. Se cierran tiendas de barrio, bares de siempre y elementos de una vida con la que subsistimos. El ‘persianazo’ como imaginativa solución al futuro nos lleva al caos absoluto.

La vida es progreso siempre. Avanza. Jamás detiene su paso. Otra cosa es que el avance sea el correcto o no. La modernidad no es solo crear artilugios electrónicos. Es vivir con valores y con dignidad. Y queriendo mucho la tierra en la que estamos y vivimos. Hemos permitido y aceptado un mensaje global, ficticio y falso, que deja de lado a los pueblos, y se centra y concentra en las grandes urbes.

Hace más de dos décadas, nadie se iba el día de San Gregorio a Córdoba a comprar y pasar el día. Se quedaba en la fiesta que habían organizado en su pueblo. Hace más de dos décadas, poca gente se planteaba irse de vacaciones en septiembre. Hemos abandonado el territorio de los sentimientos. El progreso es avanzar. Eso es fundamental. No es quedarse quietos en el mismo lugar donde estuvieron nuestros padres y abuelos. Pero sin dejarlos atrás. Es trasladar esa esencia a las nuevas generaciones con los nuevos avances que van llegando.

Los peces se pescan en el mar y no en las pescaderías de los grandes almacenes, y el futuro se encuentra en la tierra donde uno vive. Es por ello que debemos de cuidar lo nuestro. Los modernos no son los que dicen serlo. A veces hay que enseñar los títulos y el máster verdadero. El que los tenga. El progreso, clave de la sociedad actual, es de los que se lo trabajan y no de los que dicen representarlo. Por muchas novedades que haya en este mundo siempre quedará la única verdad que es la del trabajo de uno y la de la formación que haya obtenido a través del tiempo.

Sin eso, uno no debería decir que es ‘progresista’. Si lo dice es que es un mentiroso. 


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