Zidane, dueño de su destino

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)


Se fue Zidane. Lo hizo con elegancia. Como entró así salió, como un señor. Respondió hasta el último día con el tamaño de la figura que es. Se fue con su cofre escondido. Hablo de su talento y de su azar favorable. Ganó tres Champions y, sobre todo, ganó el corazón de los madridistas.

En el Bernabéu sabían que jugaba como los ángeles si es que los ángeles juegan al fútbol. Y entrenaba como los hombres buenos. Muchos dicen que lo que consiguió fue un milagro, otras una locura. Supo ganar dando a los jugadores su sitio y tiempo. La gran obra de Zidane fue esa, saber tratar a las estrellas haciéndole ver que la grandeza de esta vida iba más allá del ego particular.

Zidane ha dejado al Madrid como el pájaro que echa a volar y deja la rama temblando. Hace dos años y medio llegó a un tren donde solo estaba el vagón de los imposibles. La temporada estaba torcida pero Zinedine pellizcó el éxito cuando todo estaba perdido. El misterio de los héroes. De leyendas como él. Y repitió. Y otra vez repitió. 



Y se fue. No lo echaron. No huyó tampoco. Quiso irse. Los hombres deberían ser libres de todo para decidir qué hacer. Se fue como los grandes con libertad, con su sonrisa y por la puerta grande. Hermosa historia. La de un caballero. Picasso pintó la belleza. Borges definió la fantasía de la vida y Zidane demostró que las emociones mueven el mundo. Ya sea con un balón o con una ilusión.

Este artículo me llevará un tirón de orejas por parte de mi amigo Miguel Castilla que me recordará que también lo critiqué. Es cierto. En alguna ocasión. Fue más por abrir debate que por otra cosa. O quizás por algún calentón. Nadie puede negar lo que él ha hecho en el Madrid. La lección que ha dado y ha dejado para ser estudiada.

No me ha extrañado nada que saliera como un pájaro de una jaula de oro en la que otros muchos pagarían por estar. Él es así. Su grandeza es que es diferente. Su grandeza está en la forma de ver la vida. Nos enseñó tantas cosas. 


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