La Comarca de Los Pedroches, de la toma de Toledo a las Navas de Tolosa

ARTURO LUNA BRICEÑO


Ben Rasis y el Obispo Recemundo en El Calendario Cordobés o Libro de los Tiempos, dieron noticia de que los mozárabes cordobeses debían de hacer varias peregrinaciones entre las dos grandes ciudades mozárabes de Al Andalus: Córdoba y Toledo.

También sabemos por el mozárabe, Álvaro de Córdoba, que gran parte de las familias cristianas de Andalucía vivían en lo que hoy es la Comarca de los Pedroches, y hacían peregrinaciones obligatorias para concertar bodas, cambiar conocimientos, compartir actos religiosos y venerar a los santos que estaban en los Monasterios y Basílicas de nuestra tierra. Pero los acontecimientos acaecidos en la caída del Califato provocaron que los cristianos de Los Pedroches, Alcudia y el Campo de Calatrava se refugiaran en Córdoba o huyeran a Toledo, hasta que los campos quedaran libres de las tropas beréberes que se habían levantado en armas y refugiado en El Llano de las bellotas.

Setenta años después, el 25 de mayo de 1085, Alfonso VI toma la ciudad de Toledo. A partir de entonces se continúa la conquista de la Taifa. En 1147, Alfonso VII, conquista la ciudad de Cala al Rabat, (El Castillo del Vado), para los cristianos, Calatrava. Era el lugar donde cruzaban el Guadiana los que hacían los caminos cortos y largos que unían Córdoba y Toledo en tiempo de los árabes.

Para vigilar y defender Calatrava y los caminos que los cristianos hacían en sus peregrinaciones. Alfonso VIII eligió la Orden del Temple y sus monjes guerreros.

Por las “Relaciones de los Pueblos de Felipe II” de 1595 conocemos que uno de sus puntos de vigilancia y defensa era el Convento Fortaleza de Santa María de Mochuelos en la Sierra Madrona.

Los reiterados ataques llevados a cabo por los Almohades para recuperar Calatrava, hicieron que los Templarios rechazaran su defensa. Algunos de estos monjes decidieron quedarse y fundar en 1158 la Orden de Calatrava para proteger, el vado del Guadiana, la ciudad y el castillo. Cosa que consiguieron hasta 1195 en que las tropas cristianas del Rey Alfonso VIII fueron derrotadas en la Batalla de Alarcos.

En 1212 los Almohades fueron derrotados en la Batalla de las Navas de Tolosa. Entre las tierras conquistadas tras esta derrota estaban las que compusieron El Llano de las Bellotas, que le fueron entregadas a la Orden de Calatrava, que ya tenía su sede en el Castillo de Salvatierra, en tierras de Calzada de Calatrava, y frente a él levantaron su gran fortaleza convento, hoy conocida como Calatrava la Nueva.

De la presencia de la Orden de Calatrava en la Comarca de Los Pedroches no se conocen muchas cosas, había que ir a su Archivo General o a los documentos que se conserven en la Encomienda de Calatrava la Vieja en Almodóvar del Campo.

La propiedad de la Comarca de los Pedroches por la Orden de Calatrava duró 24 años, en 1236, tras la toma de Córdoba por Fernando III el Santo, la Comarca de los Pedroches, casi como hoy está compuesta territorialmente, le fue entregada a la Ciudad de Córdoba, que fue la que repobló o cedió para su repoblación a los nobles que en ella fundaron Señoríos. 

La Virgen de Guía, patrona de diversos pueblos de la comarca.


Lo que si se debe a la Orden de Calatrava es la recuperación de los lugares sagrados y de culto, que fueron fundados por las primitivas familias romanas que adoptaron el cristianismo en estas tierras. Templos y eremitorios que continuaron venerando y manteniendo los mozárabes y que los monjes guerreros de Calatrava recuperaron tras un siglo de olvido. Las leyendas de las apariciones de las vírgenes, que hoy veneramos en estos santuarios, algunas imágenes originales recuperadas, como la Virgen de Guía, y reliquias tan importantes como el baptisterio de inmersión que la Ermita de la Virgen de las Cruces del Guijo tiene en su sacristía, son retazos de una tradición que nos viene desde el paleocristiano a nuestros días, después de haber superado tiempos de persecuciones, de destierro y guerras.

Esos santuarios y esas ermitas son los testigos mudos de la fe de una Comarca que ha sabido mantener su esencia desde el principio del cristianismo hasta hoy, en que se aprecia su vitalidad. Una vitalidad que fue impulsada, tras la ausencia y el olvido, por la Orden de Calatrava.


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