Pongamos que hablo de vivir (XXXVIII)

JOSÉ ANTONIO CARBONERO FERNÁNDEZ
(Técnico de la Cooperativa Olivarera Ntra. Sra. de Luna de Vva. de Córdoba)


A diario se habla sobre efectos, virtudes, consecuencias, excesos, y un largo etc., que nos aporta una buena o mala alimentación, está claro que es un pilar fundamental de nuestro devenir diario y prácticamente una forma de vida para muchas personas realmente preocupadas por este asunto. Los requerimientos nutritivos de nuestro organismo fundamentalmente versan sobre tres aspectos: Sustancias que necesitamos para formar tejidos, por otra parte, sustancias que nos proporcionan la energía necesaria y a su vez, sustancias imprescindibles para que puedan realizar las funciones de las dos anteriores.

Si concretamos y nos fijamos fundamentalmente en uno de estos elementos o sustancias, como es el Omega 3, podemos dilucidar que hoy en día se encuentran multitud de recomendaciones sobre éste, vemos que hay difundidas variables informaciones e investigaciones a este respecto. Qué duda cabe, nuestro protagonista, es un elemento muy importante, el cual muchas veces sirve como especie de reclamo para la venta de los artículos que lo contienen, ya sea de un modo u otro.

Pero claro, el hecho de que sea positivo, beneficioso o extraordinario, no quiere decir ni implica en modo alguno, que su consumo en exceso suponga por ende que se multipliquen los efectos de la sustancias, y como veremos a continuación, las investigaciones científicas suelen despejar las numerosas dudas que puedan surgir en uno u otro sentido.

Profundicemos pues en el Omega, es un tipo de ácido graso esencial para el organismo, es decir, que nuestro cuerpo no puede producirlo por sí sólo. Se encuentra en semillas, frutos secos y aceites vegetales bajo el nombre de ácido alfa linolénico o ALA y en aceite de pescado y pescados grasos como ácido docosahexanoico o DHA y ácido eicosapentanóico o EPA.

Una de las recientes investigaciones realizadas, como anteriormente les comentaba, arroja unos resultados interesantes acerca de lo que se está comentando sobre los beneficios y cualidades del Omega y también los efectos positivos sobre el riesgo cardiovascular. Esta investigación, alude fundamentalmente a los productos enriquecidos con este elemento, que por ejemplo, se recomiendan en dietas y tratamientos de diversa índole.

El ensayo evaluó los resultados de 79 ensayos aleatorios controlados y así se sumaron más de 100 mil participantes. Se analizó el efecto sobre la mortalidad por cualquier causa y por riesgo cardiovascular de dietas enriquecidas o suplementadas con omega 3 y dietas normales, con menor ingesta de este ácido graso.

Los resultados señalan que adicionar omega 3 a la dieta, mediante alimentos enriquecidos o suplementos, no reduce el riesgo de muerte por cualquier causa ni por enfermedad cardiovascular y no modifica la incidencia de enfermedades cardíacas o vasculares. Por tanto las conclusiones obtenidas en el mismo, dejan claro que el omega 3 ofrece muchos beneficios al organismo, pero enriquecer o suplementar la dieta con el mismo no reduce el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular, esto como saben, es contrario a otras informaciones que se han publicado anteriormente.

No obstante, el omega 3 tiene efecto antiinflamatorio comprobado en pacientes con artritis reumatoidea, puede elevar el colesterol bueno o HDL y reducir triglicéridos en sangre así como ser de ayuda para reducir la presión arterial precisamente por su efecto contra los procesos inflamatorios. Además como saben, pues en otros artículos se ha mencionado, el Aceite de Oliva Virgen Extra – AOVE, constituye una fuente equilibrada de ácidos grasos esenciales por su contenido de ácidos linoleico y linolénico, precursores de los ácidos Araquidónico, DHA y EPA; y su proporción de vitamina E compensa los procesos oxidativos asociados al consumo de grasas poliinsaturadas.

Por todo ello y como conclusión, el omega 3 continúa siendo beneficioso y recomendable en la dieta habitual, es un elemento muy recomendable que debemos consumir siempre pero de forma equilibrada claro, por ejemplo a través de alimentos como el AOVE o pescado azul (cantidades de una ración dos o tres veces a la semana), un puñado de frutos secos y semillas a diario o bien, otras fuentes de este tipo de grasa en suficientes cantidades para cubrir las necesidades, pero que quede claro, siendo innecesario acudir a suplementos para reducir el riesgo cardiovascular.


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