Las togas están secuestradas

JUAN PEDRO DUEÑAS SANTOFIMIA


Un poder del Estado que colabora con el desastre social haciéndose çomplice por sumisión del Gobierno ademas de una indignidad personal de sus integrantes, es un Poder prostituído.

Se ha utilizado como urgumento de independencia que los jueces no pueden o no deben emitir opiniones de carácter politico, como si no tuvieran opinión o criterios acerca de lo que acontezca en una sociedad en la que viven y a la que deben administrar justicia. Aseveran que sus limitaciones son tales, que tener opinión condicione el ejercicio de su función mostrando así precisamente sus limitaciones y pretendiendo convertirlos en sujetos inanimados cuya unica misión es pronunciar sentencias asépticas. Como en su dia dijo Manuela Carmena, sentencias como trajes muy bonitos y ajustados a la silueta pero sin mangas para poderlos utilizar.

Es ofensiva tanta mentira, tanta hipocresía y tanta osadía de cuatro “barrigas llenas” que se permiten hablar de lo que no conocen con el único propósito de mantener su posición de privilegio.

Me permito hablar de lo que conozco quizás mucho mejor que la gran mayoría de voceros, mandantes y serviles que cada dia revientan los medios de comunicación afirmando la libertad de expresión la independencia de la Justicia, la separación de Poderes, el Estado de Derecho y bla, bla, bla, ...

No confundo, además de no ser justo hacerlo,el funcionamieno de la Justicia como Institución con el comportamiento de muchos jueces que trabajan dia a dia impotentes, por multiple motivos, para desarrollar su función, a pesar de que siempre lloran como plañideras argumentando falta de medios materiales como si ese fuera el verdadero problema de nuestra Justicia, obviando que en realidad algunos de sus mayores problemas son, su constante sumisión al poder Ejecutivo ( gobierno) y su estructura y pensamiento propios del siglo XIX.

La justicia no puede ni debe depender de otro Poder del Estado para poder suplir sus carencias, y así poder cumplir su función con absoluta libertad e independencia.

Secularmente le ha resultado mas cómodo mendigar que exigir, vendiéndose públicamente bajo la apariencia de seriedad y la sobriedad que infunde la toga. Tal desprestigio ya secular lo mantienen y alimentan en su propio seno jueces, magistrados y colaboradores de la Administración de Justicia que entre visillos son unos críticos contumaces y feroces pero que se ocultan tras la toga guardando la apariencia con un comportaminto hipócrita y cobarde, ignorantes del daño que asi originan a la sociedad a la que están obligados a servir los unos y los otros.

Si eso no es así, saquemos a debate ante la opinión pública las realidades que se ocultan bajo las “togas secuestradas “culpables en gran medida de los males que aquejan a esta sociedad y que solo se justifican por seguir manteniendo su posición de privilegio social y tranquilidad ante un futuro incierto para los demás, pero esos....... Esos importan poco......., “yo tengo muchos papeles sobre la mesa de los que tengo que rendir cuentas al Servicio de Inspección del Consejo General del Poder Judicial”. Frase maldita que tantas veces tuve que escuchar de “mis colegas”.

Tambien es de justicia, reconocer que hay jueces muy dignos, yo los conozco, pero la Institución está prostituída.

Y está prostituida porque los propios “proxenetas” que viven de ella no tienen la dignidad de reconocer sus males públicamente porque eso les llevaría al desprecio y marginación de su propio colectivo.

Las estructuras y funcionamiento de la Adminisstración de Justicia ( que nó Poder Judicial) está ancladas en la filosofía del siglo XIX.

Se sigue utilizando un lenguaje oscurantista y ecléptico mas pensando en justificar, frente a la sociedad, la razón de sus resoluciones que el contenido de justicia que puedan conllevar.

Resulta absolutamente inexplicable como una sentencia judicial puede contener cientos y cientos de páginas, con argumentos excusatorios o explicativos del porqué concluye de una u otra manera, cuando en realidad lo verdaderramente importante es el análisis jurídico de unos hechos que en el escenario de la obra, se han dado por probados. Para eso no hace falta tanta literatura rimbombante.Con ello se cosigue que en la práctica real se vete el conocimiento del contenido de las sentencias a los ciudadanos de a pié y así limitar su opinión a la que transmite los medios de comunicación ( que, en esta materia, son poco afortunados).

El sistema de selección de los jueces, se basa exclusivamente en el conocimiento memorístico de un amplio temario que, en ocasiones, acaba mermando la capacidad intelectual del opositor, si no, produciéndole un desequilibrio emocional, por tanta inconsistencia e irracionalidad dependiendo su resultado del criterio de los componentes de un tribunal que, en la mayoría de los casos, están fuera de la realidad social, mostrándose ante el opositor en una situacion de prepotencia sobre unos estrados con escenario barroco propio del siglo XVIII.

En el trasfondo de los responsables del sistema subyace una convicción de reforma absolutamente necesaria, pero, en cualqueir caso, solo se atreven a hacer insinuaciones maliciosas, como ha sido el caso del exministro Sr. Catalá cuando atribuía al juez disidente del caso de “ la manada” tener un problema personal singular, pero nadie hizo ni harán nada para resolver el supuesto problema, sino todo lo contrario, hacen causa comun sus colegas para evitar se abra la grieta por donde puedan verse todas las deficiencias del sistema y las carencias personales del colectivo de la judicatura.

Resulta chocante que, para ejercer de jurado popular en aquellos delitos en que se juzgan por los componentes del pueblo, por los ciudadanos de a pié, la ley exige una preselección de idoneidad para hacer de juez, en cambio para ejercer de juez durante toda la vida, no hay sistemas ciertos y serios de control de ideoneidad, ni de capacidad. Por el mero hecho de haber aprobado una oposición hace años, se presume idóneo para ejercer sin mas, durante toda la vida, una actividad tan sumamente importante, sutil y sublime como es administrar justicia.

Hace tiempo que vengo anunciándolo y sería mi mayor deseo que la Justicia ( con mayúsucula) sea sometida a debate público y no se refugien en las cavernas aquellos que tienen la obligación legal y moral de salir a la realidad social para conocer y entender con mucho mejor criterio la razón de la comisión del delito, sus causas, sus efectos, su incidencia social y para el fin de una realidad de rehabilitación y reinserción social, que es la verdadera finalidad de la pena.

Aprobar una opisición no es garantía de un ejercico adecuado del cargo. El Consejo General del Poder Judicial tiene la obligación de llevar a cabo todas las reformas necesarias para adecuar la Administración de Jusitica la realidad social del siglo XXI.


No hay comentarios :

Publicar un comentario