Medina Azahara, vista por los poetas que cantaron sus desamores y penas


ARTURO LUNA BRICEÑO


En España, con los cambios duros o cuando una dinastía cae, un poder se derrumba y la crisis empobrece al pueblo y le sesga su libertad, siempre aparecen los bardos para con sus poemas contar los hechos, alegrar al pueblo o quedar como testigos de la verdad.

Y esto ocurrió en la Córdoba de finales del siglo X y principios del siglo XI, cuando el Califato comenzaba su decadencia y las tropas asalariadas bereberes certificaban el fin de una época incendiando la Ciudad Palacio de Medina Azahara.

En estos tiempos del Visirato de Almanzor y la llegada de la Republica Yawarita, surgió un grupo de brillantes poetas arábigo andaluces de Córdoba.

Destacan entre ellos, Aben Hazan, que escribiera el bellísimo tratado del arte del amor titulado: “El Collar de la Paloma”. Otro destacado fue Inb Suhaid, hijo de un ministro de Almanzor. Además de Ben Jaldun y la princesa Omeya Wallada.

Mención aparte merecen, Al Sarif al Talig, (El Príncipe Amnistiado) y Ben Zaydun, que fuera amante de Wallada. Ambos narran sus tristezas y nostalgias en Medina Azahara, cuando la ciudad administrativa había sido relegada y sustituida por la otra ciudad sede del gobierno de Al Andalus que construyera Almanzor: Medina Azahira, hoy totalmente desaparecida.





EL PRINCIPE AMNISTIADO
Cuenta Emilio García Gómez en su libro: “Cinco poetas musulmanes” (Colección Austral nº 513, Ed- Espasa Calpe): “Abu Abd al-Malik Marwan… ben Abd Abderramán al Nasir… era un príncipe omeya bisnieto de el gran Califa Abd al- Rahmán III, … se le conoce con el nombre de al-Sarif al-Talig (el Príncipe Amnistiado)”.

Su biógrafo al-Dabbi cuenta: ”Según se dice, estaba enamorado de una esclava con la que le crió su padre y que éste le había destinado. Más tarde el padre le suplantó y se reservó la esclava exclusivamente para él. Sintiendo unos celos vehementes, desenvainó una espada y, aprovechando una de las ocasiones en que la esclava estaba a solas con su padre, asesinó a éste. Perseguido por ello fue atrapado y encarcelado en tiempos de Almanzor”.

Tenía dieciséis años y era un hermoso mancebo. La cárcel en la que sufrió dieciséis años de prisión estaba en Medina Azahara, y él describía así de su cautiverio:

“Es un aposento negro y oscuro como la noche
sombrío en los contornos, del todo tenebroso en el centro
De tan negro, mientras la blanca al-Zahara brilla en torno suyo
parece la tinta encerrada en un tintero de marfil.

En la prisión de Medina Azahara escribió el “Diwan. La Qasida en qaf” la que llegó a las manos de Almanzor, y cuentan que tan prendado quedó de su obra que le concedió la amnistía. De ahí el nombre por el que es conocido. El Príncipe amnistiado. Murió en el 1009, dieciséis años después de ser liberado.

Emilio García Gómez dice de esta Qasida: “El tema erótico (en elogio a una mujer rubia…) y el báquico están tratados con sobriedad y exquisita delicadeza; eran trozos de la mejor poesía arábigoandaluza. El tema descriptivo, igualmente bello, es interesante como anuncio de posteriores piezas célebres (por ejemplo, la qasida a Wallada desde los jardines de Medina Azahara”
Ben Zaydum es otro de los grandes poetas surgido en la caída del Califato. Amante de la poeta Wallada, se jactaba de ese hecho y ella lo abandonó casándose con Ben Jaldum otro poeta cordobés, que estaba enfrentado a Ben Zaydum. Pero no acabaron ahí sus males, caído en desgracia en el Gobierno de Yawar fue desterrado y en ese tiempo escribió la famosa Qasida a Wallada:

“Desde Azahara te recuerdo con pasión, El horizonte está claro y la tierra nos muestra su faz serena.
La brisa desmaya con el crepúsculo: parece que se apiada de mí y languidece, lleno de ternura.
Los arriates me sonríen con sus aguas de plata que parecen collares desprendidos de las gargantas.
Así fueron los días deliciosos que ya pasaron, cuando, aprovechando el sueño del Destino, fuimos ladrones de placer.

Hoy solo me distraigo con las flores, imán de los ojos, en las que la escarcha juega vivaz, inclinando sus tallos.

Son como pupilas que, al ver mi insomnio, lloran por mí, y por eso el irisado llanto resbala por su cáliz.

En los soleados rosales brillan los rojos capullos, aumentando la luminosidad de la mañana.
Aromáticas bocanadas se transmiten el pomo del nenúfar, dormilón cuyas pupilas entreabrió el alba.
Todo excita el recuerdo de mi pasión por ti, que nunca abandona mi pecho, por mucha que sea su estructura,

Si la unión contigo por la que suspiro, se lograse, ese día sería el más noble entre todos.
¡No conceda Dios la calma al corazón que desista de recordarte y que no vuele a tu lado con las alas trémulas del deseo!

Si el céfiro, cuando sopla, consintiera en llevarme, depositaría a tus pies un doncel extenuado por la pena.

¡Oh mi más precioso joyel, el más sublime, el preferido de mi alma, cuando los amantes compran joyeles!

Pedirnos uno al otro deudas de puro amor era, en otros tiempos, la pradera feliz donde corríamos como libres corceles.

Pero ahora yo soy el único que puede jactarse de leal. Tú me dejaste, y yo me he quedado, triste amándote”.

Medina Azahara fue incendiada en el año 1013. Se convirtió en cantera de materiales para los edificios de la Córdoba reconquistada y hoy surge del olvido con la misma fuerza de las metáforas de los poetas que la cantaron. 








No hay comentarios :

Publicar un comentario