Aliara y ese viaje en el tiempo

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)


La historia que se vivió el pasado sábado en La Salchi fue la de un viaje. Me refiero a uno de 30 y de 40 años. Y es que se puede viajar sin moverse de donde uno vive. Eso sí, el suyo (el de Aliara) ha sido un viaje muy laborioso pues se trataba de recuperar nuestra cultura. La de antes. La de Los Pedroches. La que se vivió y se fue perdiendo con el paso de los años.

Aliara ha estado haciendo, durante cuatro décadas, un viaje hacia adentro para cantar luego hacia fuera por las casas, por los pueblos y ciudades. Para cantar lo que se cantaba. Para ser como éramos. Para recuperar sonidos, letras, canciones, perfumes, historias. Su viaje ha sido hacia el pasado nuestro.

¿Qué han encontrado? Pues nuestros tesoros. Sus componentes han sido los piratas buenos de una isla. Eso es lo que hemos sido durante tantos años. Una isla aislada. Por eso no podemos olvidar lo que hemos creado durante tanto tiempo. Es nuestro. Nadie nos lo regaló. Lo crearon y lo dejaron nuestros antepasados con su trabajo, ingenio y fantasía. 

Aliara en el escenario del patio de La Salchi el pasado sábado. /SÁNCHEZ RUIZ


Aliara ha sido una historia de amor, de vida, de campo, de música. Y de muchas cosas más. Arrancaron en un tiempo donde todo el mundo cantaba EL LIBERTAD SIN IRA de Jarcha. En ese tiempo en el todos -incluidos los niños de entonces- empezamos a soñar con un ancho mundo repleto de libertades. Olvidamos que la música y la poesía son más fuertes cuando los tiempos y la gente son más inconformistas.

Y llegó ese tiempo en el que pensamos en el que por estar en democracia podíamos hacer lo que quisiéramos. Confundimos la libertad a la que se refería Jarcha con el libertinaje que se creó después. Y nos perdimos un tanto. O mucho. Quién sabe. Los profesores dejaron de ser maestros desde que fueron tuteados por sus alumnos. Los cantautores fueron sustituidos por los disc jockey del ruido. Hasta los poetas dejaron de ser seguidos. Ya lo habíamos alcanzado todo. O eso creíamos. Los niños se hicieron, de pronto, adolescentes. Y los adolescentes, de pronto, adultos. Y los adultos, de pronto, ancianos. De pronto, teníamos un nuevo mundo que luego no resultó ser el que imaginábamos.

Por eso la gente se emocionaba el sábado cuando Aliara cantó EL LIBERTAD SIN IRA de Jarcha. Porque aquella época era otra muy diferente. Otra porque pertenece a la nostalgia de un pasado que no existe. Otra porque representó la lucha y la esperanza de tanta gente. Otra porque ese espíritu de entonces no volvió jamás. Han pasado muchas cosas desde la fundación de Aliara en 1978. Pero seguimos en la misma tierra. Sin autopistas ni autovías. Más solos que entonces pero con Aliara. Ellos siguen. Han pasado por muchos momentos. Algunos no tan buenos. Le dejaron sin festival un tiempo. Por fortuna, fue corto. Pozoblanco no es Pozoblanco si no tiene su muestra folk. No hay artista en el mundo que los iguale porque ellos guardan nuestros secretos. Los de nuestra tierra. El sábado sonaron como nunca – mejor que como siempre- con todos los que han sido Aliara. En cierto modo, Aliara hemos sido todos. O eso creo yo. ν

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