El Open de Fabián Dorado

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)


Durante muchos años hablamos del milagro del tenis en Pozoblanco. Cuando llegaba la primavera-incluso antes-, Fabián se ponía manos a la obra para diseñar la cita veraniega del tenis en Pozoblanco. Así una edición tras otra. Todo acababa cuajando. Él era de los que no se quedaba en las primeras ramas, movido por ese espíritu aventurero y comercial que tenía. Es cierto que estaba rodeado de un grupo de subalternos de a pie que creían en él. Eso era también muy importante.

No sé si llegamos a valorar el torneo internacional que tuvimos. Creo que sí. Pudimos, a lo mejor, valorarlo un poquito más. Lo que pasó es lo que sucede siempre. Con el paso del tiempo, las cosas van perdiendo interés en el aficionado y se va posando en costumbre lo que es un milagro. Un día desapareció el torneo. Y a Fabián siempre le falto algo. Cierto es que descansó de tenis pues este ‘enreo enorme’ le quitó muchas horas de su vida, pero echó en falta siempre esos meses de agosto en el Poli (cuando ya dejó de organizarse). Por eso, él estaría feliz ahora. Feliz de que la bola estuviera volando de nuevo por la pista de raqueta en raqueta. 



Tengo que decirlo. Esta historia es más fantástica porque Fabián no cobraba por organizar todo este evento. Siempre digo que lo más bonito de las historias deportivas en los pueblos es no lucrarse de ellas. Tan sencillo como no cobrar. Fabián lo hizo siempre por amor al arte. Llaman figuras a quienes ganan partidos y ganan mucho dinero aunque hay gente que hace cosas muy grandes y sin cobrar por ello. Esos son más grandes. Fabián, en el deporte, era de esos soñadores que no paran de imaginar cosas y hacerlas realidad. Al final son los que quedan en el recuerdo y en los nombres de los recintos (como Eleuterio Olmo).

Por eso se merece que su nombre esté en la pista central. Por eso y por muchas cosas más, se merece ser recordado en su pueblo. Decía una de sus hijas que su padre disfrutaba del tenis enormemente y disfrutaba de momentos excepcionales. Uno de ellos era cuando llegaba a casa con el cuadro del torneo ya cerrado y la noticia saliendo por la radio.

Su pérdida es irreparable. En estos días, el mundo del deporte está recordando lo que fue. Ofreciéndole un torneo con su nombre y echándolo en falta. Muchos actos que honran lo que hizo. Que fue mucho. Lo más bonito de todo es que ha vuelto el Open, ese torneo que él tanto quería. Lo más triste es que volvió para recordarlo a él cuando ya no estaba. Justo cuando nos dimos cuenta de lo mucho que habíamos perdido.


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