Sandoval vuelve al Córdoba C.F. 52 días después

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)


Fue un milagro o una hazaña. No se sabe bien. Sandoval cogió, la temporada anterior, a un Córdoba que estaba con las maletas hechas para la 2ªB. Se veía imposible la permanencia pues tenía que remontar 11 puntos con los puestos de salvación. Nadie en su sano juicio creía en una remontada de tal calibre. Se escuchaban grandes carcajadas de los entendidos de fútbol, cuando se hablaba de que era posible la salvación. Para ello, el equipo de Sandoval tuvo que hacer números de líder. Lo impensable se fue haciendo realidad. El campo se llenaba, se emocionaba y lloraba. Un imposible que era posible. Qué gozada.

Sandoval conjuró a todos para la remontada. Tuvo que recomponer a una plantilla que estaba rota. De estar muertos, los jugadores del Córdoba pasaron a sentirse más vivos que nunca. Todo a base de coraje y corazón. Logró tener una jauría desatada de animales hambrientos desatados. Cada partido, una batalla. A vida o muerte.

Sandoval había conseguido algo insólito. Salvar a un equipo que estaba ahogado en el mar y dejarlo en la orilla a base de fe y de motivación. La fiesta del último partido de liga fue antológica. El héroe era el técnico. Un abrazo, otro y otro más. Todos se rendían a sus pies. El hombre que había logrado salvar uno de los campeonatos más difíciles, sufridos, luchados y reñidos de la historia del club capitalino. Un valiente que aceptó un reto casi imposible cuando todo estaba perdido. Y lo logró. 


Su renovación parecía asegurada. Estaba cantada. La afición y los jugadores lo querían a rabiar. Era imposible tener mejores números. Sin embargo, algo pasaba. No se cerraba su continuidad. Y empezó a sonar otro nombre. Francisco era el elegido ante el asombro de todos. ¿Cómo se podían cargar al héroe que se agarró al clavo ardiendo para salvar al Córdoba? ¿Cómo lo explicarían a la afición? Abróchense los cinturones. El Córdoba decía que no podía llegar a las pretensiones de Sandoval. No eran desproporcionadas pero con algo tenían que jugar. Y jugaron con cifras que no eran del todo ciertas. Prometió que volvería. Seguramente no imaginaba que fuese tan pronto. Francisco firmaba pero nunca se identificó con el equipo califal. Pronto se dieron cuenta en el Córdoba de lo que habían hecho. Y a las primeras de cambio, 52 días después, fueron de nuevo a por él. Sin él, todo ha ido mal. Muchos problemas de todo tipo. El tope salarial el más grave que está impidiendo fichar.

Su vuelta ha sido recibida con ilusión. Entre la plantilla, entre la afición y entre la directiva. Tiene mucho trabajo por delante. El Córdoba ha perdido 52 días. Con lo fácil que hubiera sido apostar por él después del partido del Sporting. Por el bien del Córdoba y porque se lo merecía.

No obstante, se encontrará un Córdoba muy diferente al que dejó. Sandoval encontrará a un club apagado por los acontecimientos donde ya no están el director deportivo Luis Oliver ni muchos consejeros y personal de la entidad. También faltan Reyes y Sergi Guardiola, que fueron fundamentales para la salvación del equipo.

Dejó a un equipo ilusionado y, de nuevo, se lo ha encontrado destrozado y por recomponer. Esto no es nuevo para él. Está hecho para poner orden en el caos. ν

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