El centro del pueblo y los ‘descampaos’ en los que jugábamos

EMILIO GÓMEZ
POZOBLANCO 


Antes íbamos al colegio por las tardes. Los viernes, al salir de clase salíamos a jugar a algunos descampados del pueblo. Había muchos. Los barrios eran lugares inacabados. No había tanta construcción y siempre encontrabas sitios sin habitar llenos de misterio y soledad. Ideal para el juego.

Todo ocurrió antes de que la gente se fuera a vivir a las afueras. En Pozoblanco hemos abandonado el centro del pueblo y nos hemos ido a vivir a sitios que antes eran descampados. Justamente esos lugares donde pasábamos tantas tardes en nuestra infancia. Cada vez quedan menos sitios por descubrir. La gente quiere estrenar casa o apartamento. Vivir donde nadie vivió antes. Y las casas viejas se han quedado en el centro vacías (como aquellos solares que había en esos descampados de nuestra infancia). 

1982. Terrenos del Hospital Comarcal antes de ser construido. /FOTO: POZOBLANCO MI PUEBLO


Cada vez es más frecuente ver casas vacías con el tejado a medio caer, con desconchados en la fachada, el jardín desecho, las tejas rotas y las baldosas picadas. Casas en las que en otro tiempo hubo vida, gente, ilusión, llantos, risas, flores, macetas, nacimientos, muertes, bodas, cumpleaños. Donde hay ahora olvido antes había todas esas cosas. Cada casa que nos encontramos abandonada, tuvo su historia. Por eso cuando pasó por ellas me pregunto quién vivió allí, qué pasó y cuándo se quedó sola.

El encanto de aquellas tardes de viernes en aquellos descampados no existe. Pasó. Ahora hay edificaciones donde no había nada. Y donde había casas con vida, hay mucha llave echada, persianas rotas y luces sin encender. Hemos cambiado el sentido de las cosas o los duendes de sitio. Lo malo es que tenemos menos sitios para perdernos y además hemos quitado el gentío de nuestro casco antiguo que nos hacía tan felices. La foto es lo que había antes de la construcción del Hospital Comarcal. Han pasado 36 años de aquello. Y la vida no es como era antes. Tampoco el pueblo. ¡Cambió tanto! 


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