El resurgir de los fondos 'pa feria'

ARTURO LUNA BRICEÑO


Los fondos eran depósitos de dinero que se dejaban en las tabernas de los barrios. Era rara la taberna que no tenía uno de estos “bancos” en Pozoblanco.

Cada parroquiano solía aportar una cantidad todas las semanas en el fondo. Con ese dinero, el tabernero podía financiarse en las compras del vino y atender otras necesidades de la taberna. También se acostumbraba a prestar dinero de la bolsa común a los componentes del fondo que lo necesitaran, bien por estar en un apuro pasajero, por enfermedad o por atender un acto social, como una boda, pedimento, etc.

La función del préstamo era evitar que el parroquiano cayera en manos de los usureros, que haberlos, “habíalos”, y por ello se concedía dinero con un interés muy bajo. Este dinero acumulado a lo largo de un año, desde septiembre a septiembre, se distribuía el primer día de feria. Cada uno recuperaba lo ahorrado, a la vez que era invitado a una “melocotonaá”, que consistía en vino de Villaviciosa, agua, azúcar y melocotones tardíos troceados y macerados en el vino. Brebaje adobado por el tabernero que lo ofrecía como homenaje a la fidelidad de sus clientes y fondistas. El mayor monto de la cantidad ahorrada en el “fondo” era destinado a adquirir la entrada de los toros. Y no era para menos. La entrada general el día de la Inauguración de la Plaza de los Llanos en 1912 costaba la friolera de 3 pesetas. Unas 4.500 en 1984. Y el resto de dinero que quedaba del fondo, si acaso es que quedaba, se destinaba al regocijo y la invitación en el Real de la Feria.

Los fondos fueron el alma de la corrida de toros. Sin la existencia de estos bancos tabernarios, difícilmente Pozoblanco hubiera adquirido el prestigio taurino que tenía dentro de Andalucía.

Y durante años, el destino de la feria estuvo ligado a la existencia de los fondos. Cuando estos decayeron, las corridas feriales, comenzaron a perder calidad y aliciente para los naturales del pueblo y de los comarcanos.

De esta manera describía los fondos en 1994, pero ahora 24 años después he podido comprobar que la feria se ha revitalizado y los fondos son una tradición arraigada en Pozoblanco, y ya no está ligada a los festejos taurinos. A la cabeza de ellos está el que se ubica, controla y recauda en el Bar Matías, la última taberna tradicional de nuestro pueblo. Los responsables del fondo, que son varios, nos cuentan como lo hacen y quienes lo componen, y nos dicen: “El fondo de la Peña del Bar Matías se funda a principios de los años 90 del siglo pasado por una decena de veinteañeros, con el fin de reunirse semanalmente y guardar algo de dinero para la feria. 



Tras deambular el fondo por varios establecimientos de Pozoblanco, recala en el bar del “Reverendo”, donde alcanza el máximo número de asociados, que actualmente es de doscientos cincuenta.

El fondo del Bar Matías cuenta con una directiva y unos estatutos que marcan las directrices a seguir para su seguridad, transparencia y que garanticen el funcionamiento del mismo.

Cada asociado pone una cantidad fija de dinero cada semana, de la que se aparta un tanto por ciento para poder sufragar el festejo del remate, que tiene lugar el sábado anterior a la feria, que es cuando se reparte el fondo”.

Este fondo es uno de los más grandes de Pozoblanco, y no admite más asociados, no porque sea un número limitado los que pueden formar parte de él, sino por no encontrar, en esas fechas feriales, un local en el que se puedan alojar los fondistas para dar la fiesta del reparto.

Esta es la muestra más palpable de que los viejos fondos, que nacieron como una caja de ahorros de un barrio o una calle en el cobijo de una taberna, son hoy una de las tradiciones mejor recuperadas en Pozoblanco. Y está claro: Si los fondos tienen vitalidad, la feria permanecerá viva. 




No hay comentarios :

Publicar un comentario