Crónica de una conferencia en el Teatro El Silo

EMILIO GÓMEZ
POZOBLANCO


Josef Ajram se presentó en El Teatro El Silo. A las 17:15 apareció con una camiseta negra que apenas le cubría algunos de sus tatuajes en brazos, cuello y pecho. En uno de ellos se pregunta a sí mismo y en su propio cuerpo dónde está el límite. Su lema es no tener límites. La consecución de un objetivo conlleva la persecución de otro. El no sabe dónde está el límite, pero sí dónde no está.

Para él, los tatuajes han significado una marca. Algo que lo ha distinguido. Vivimos en una época donde “lo que nos distingue es lo que nos hace grandes”. Eso comentaba Josef a quien un buen día le pellizcó el mundo de la bolsa. Tanto que creía que sería su vida. Por eso decidió lanzarse a esta aventura. Un día un profesor le dijo “que la bolsa no se enseña, la bolsa es un juego”. Para él, las frases marcan caminos que luego se siguen. Lo tomó como tomaría después el camino del deporte o el de la comunicación.

La conferencia del miércoles, con gran parte de público juvenil (más que empresarial), nos viene a decir que el mundo actual cambia. Y mucho. Todo es diferente (ni mejor ni peor). Los conferenciantes de hoy son personas que hablan de su experiencia personal y que hablan de los sentimientos. Se ha cambiado todo. La cultura se ha cambiado por la emociones. También culpa de los conferenciantes y catedráticos que trazaban conferencias tan técnicas donde nadie entendía nada. Por eso han sido sustituidos en algunas ocasiones. 

Josef Ajram en el Teatro El Silo. /SÁNCHEZ RUIZ


En esta época llegar a la gente, transmitir, comunicar, es muy importante. Josef es conocido actualmente por su historia que es tan apasionante como muchas que están en los pueblos y ciudades. Posiblemente como la tuya que nos estás leyendo. Él ha sabido venderla. Y ese es el mensaje que queda para el empresario. Cada empresario debe distinguirse por algo y debe saber venderse con ese algo. La vida actual no está hecha para los sabios. Está para los que aprovechan su oportunidad y luego venden su experiencia o producto. Ningún objeto se vende por sí mismo. Todo hay que venderlo. Lo decía Henry Ford quien no dudaba en asegurar que si tuviera un euro lo utilizaría en publicidad.

Es el momento en el que estamos, un mundo dominado por la publicidad, comunicación y con un poder tecnológico inmenso. Josef tiene más de un millón se seguidores en facebook. Está en su momento. Quizás dentro de dos años su momento ya haya pasado. Es como la bolsa los valores van cambiado. Hoy vales mucho, mañana poco aunque como decía él, tienes que creer siempre en ti para ir saltando los obstáculos que se te presentan. 

Josef Ajram en el Teatro El Silo. /SÁNCHEZ RUIZ


Dentro de las frases que nos dejó, llamó la atención una reflexión suya que podríamos aplicar a nuestra vida. Somos propietarios del 33% de nuestras vidas. ¿Y los otros dos tercios? Un tercio de nuestra vida lo pasas durmiendo y el otro tercio es para el trabajo. Tenemos un 8/8/8 con mucha suerte.

Nos sacó una hoja de valores como son la paciencia, la perseverancia, el no rendirse, las metas, la valoración personal, el trabajo en equipo. Y nos dejó a las claras que la vida ha cambiado. Impensable hace unos años que el conferenciante estrella fuera una persona que se quedó como el único que suspendió la selectividad de su promoción (con más de 200). Impensable que nos digan que un tatuaje sea la marca que te dio el éxito. Por eso habrá que pensar que no podemos estar pensando que lo clásico durará toda la vida aunque yo sea un enamorado de Quevedo, Unamuno, Lorca, Cela, Machado o Baroja. La cultura siempre queda. La oportunidad pasa. Lo que nos deja es una motivación como la del miércoles de Josef que nos hace movernos por unas horas, por unos días o por unos meses en nuestra manera de ver la vida. Él contó su experiencia. Todos podemos ser comunicadores de nuestra experiencia vital. Que a buen seguro es rica y llena de vivencias y experiencia. Como la de Josef. 

Josef Ajram en el Teatro El Silo. /SÁNCHEZ RUIZ



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