La genialidad e inmortalidad de Freddie Mercury

SILVIA POZUELO JAUT


Freddie Mercury. Un genio de la música carcomido y acabado por una enfermedad tan monstruosa como el VYH. Sin embargo, veintisiete años después de su muerte no sólo se sigue escuchando su música y la de su banda, Queen, sino que se le rinde tributo con la película Bohemian Rhapsody, título que coincide con la que se considera su canción más emblemática.

En días en los que parece que sólo se escucha reggaetón, ¿cómo es posible que tenga cabida una película sobre música tan “anacrónica”? No es por otro motivo sino la genialidad que hasta un fanático del reggaetón puede vislumbrar en sus canciones. Es la viva imagen de la valentía, pues a él se le ocurrió transformar la música tal y como la conocíamos en un mundo nuevo que jugaba la ambigüedad, los efectos de sonido, y los significados ocultos en canciones que todos hemos cantado alguna vez, independientemente de la edad que tengamos. Porque sí, todos hemos tarareado “We are the champions” o “We will rock you”, aunque ni siquiera supiésemos que es de Freddie y Queen.

Pero Freddie no sólo era un cantante con voz emblemática e inconfundible, sino también un hombre cultivado y, pese a sus apariciones extrovertidas, reservado y meditabundo. Fue capaz de crear la canción Bohemian Rapshody, basada en la obra de Goethe ,Fausto, y a la vez biográfica, con muchos datos escondidos en su interior. Esta fue la que le valió el billete directo hacia la fama, estrenada por primera vez el 31 de octubre de 1975. Durante los años siguientes, Freddie se convertiría en la estrella más escuchada del momento y Queen en una banda inmortal.

No obstante, en el año 1987 es diagnosticado de VYH, lo que significó su total decadencia. Sus salvajes y extravagantes fiestas se convirtieron es apariciones esporádicas que anunciaban su empeoramiento. Aún así, el cantante no hizo pública su diagnosis hasta un día antes de su muerte, en noviembre de 1991, oficialmente, por una bronconeumonía complicada por el SIDA.

El cantante nunca se rindió, y dedicó una gran parte de su fortuna para investigar y sobrevivir el máximo tiempo posible, porque aunque ahora nos parezca impensable, antes la gente moría de esta enfermedad. Él mismo dijo durante las grabaciones del Innuendo, su último disco: “Escriban lo que sea que yo lo cantaré como nunca”, siendo consciente así del poco tiempo que le quedaba. Y es aquí donde radica mi reflexión. Freddie pasó de tenerlo todo a la falta de lo más importante, la salud. Fue consciente de que el reloj de arena de su vida estaba casi volcado, y se hundió en una depresión causada por el tiempo, esa inexorable fuerza que nadie puede dominar, y que cuando se nos echa encima, nada podemos hacer. Muere con 45 años. Qué tan relativo no será el tiempo, y qué tan caprichosa la vida, que nos arrebató a uno de los genios más fascinantes de la música cuando más tenía para darnos. ¿Qué hubiera ocurrido si este showman aún viviera? ¿Qué nos hemos perdido? Nunca lo sabremos. Como dice en la canción Bohemian Rhapsody, de cualquier forma el viento seguirá soplando. (Any way the wind blows). Pero sin él, nada es lo mismo. Lo que nos queda, es su legado, que como él, será INMORTAL. 


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