La lectura como camino de mejora a la escritura

MIGUEL CARDADOR LÓPEZ
(Presidente-Editor)


Ahora que llegan las fiestas de Navidad es una buena fecha para comprar o regalar libros. Especialmente para niños y adolescentes, que van a tener las consabidas vacaciones, teniendo más tiempo para practicar la lectura.

Es sorprendente, por lo negativo, que casi el 10% de las más de 20.600 plazas convocadas de profesores de Secundaria, FP y Escuela de Idiomas, quedaron vacantes en las oposiciones que se celebraron este verano.

Se presentaron más de 200.000 aspirantes, animados por la primera gran oferta de empleo público en España desde el año 2.009. Pero con lo que no contaban parte de los opositores era con la exigencia ortográfica de los tribunales.

Hubo errores gramaticales y faltas de ortografía en las respuestas de quienes deben de enseñar a no cometerlos. También usaron abreviaturas, propia de los apuntes, y expresiones coloquiales y juveniles.

Estamos abducidos y totalmente enganchados al twitter (los tuits son un ejemplo más del absoluto desprecio por la lengua escrita). También hay rótulos que acompaña las imágenes de los telediarios a veces plagados de errores.

Lo mismo ocurre con la expresión oral: A diario vemos en televisión a “tertulianos” meterle patadas al diccionario sin despeinarse, tanto en “realitys” como en programas supuestamente serios. Tenemos muchos ejemplos de programas de televisión, y se ve como normal, por ejemplo, poner a un inglés a comentar partidos de fútbol, y lleva haciéndolo durante más de 20 años y cada vez habla peor, con multitud de errores. Y por hacer eso le pagan un gran sueldo.

En estos tiempos asediados por la inmediatez que exigen las redes sociales y la falta de tiempo, hemos descuidado la ortografía (también los medios). Y los que están pagando el pato están siendo nuestros jóvenes, que en parte han despegado los ojos de los libros y los han colocado en múltiples pantallas.

Y lo más triste es que un 40% de los españoles reconoce no leer nunca o casi nunca por ocio, y a un 35% no le gusta o no le interesa, según publicó el último barómetro de hábitos de lectura del año pasado.

En definitiva, la expresión oral y la ortografía suspende en nuestro país, en gran parte por la invasión de las nuevas tecnologías producida en los últimos años, que indudablemente son muy útiles para algunos casos, pero que han conquistado y sometido de forma aberrante e irracional el alma de muchísimas

personas, hasta tal punto que ya casi no pueden vivir sin su móvil al lado, porque lo han convertido en una necesidad prioritaria o vital, llegando a tener una dependencia sicológica y emocional del aparato enfermiza y bastante preocupante. Y esto, como la espuma de una cerveza, no ha hecho nada más que subir de forma imparable, para mal de nuestra cultura.

Además, creo que nuestro sistema educativo debería volver a emplear con mayor profundidad en las aulas el leer en voz alta y los “dictados”. Como mejor se aprende a escribir es leyendo, pero también a través de los dictados, porque el alumno se da cuenta de que ha escrito algo mal y puede corregirlo.

Parece que tenemos obsesión por fulminar todo lo antiguo, cuando en el ejemplo anterior que pongo demuestra por resultados que es mejor recuperar ciertos métodos o utilizarlos con más intensidad y profusión.

Recuerdo como mi padre y mi tío Manuel Cardador, cuando trabajé con ellos en el taller, tenían una caligrafía preciosa y una escritura con muy pocas faltas de ortografía, cosa que era primordial y fundamental en aquellas escuelas de antes de la guerra civil.

En definitiva, es una cuestión de educación y lectura. Se puede establecer esta ecuación: a más lectura, mejor ortografía. Una definición de persona culta es aquella que sabe cambiar de registro y tiene varios.

El joven tiene que saber cambiar de código.

Yo particularmente aplaudo la exigencia de los tribunales de oposiciones. Es inadmisible que un futuro profesor cometa faltas de ortografía. Esto es bastante serio, pues de ello dependerá la educación de los españoles.

Como consecuencia directa de esto último está que los docentes y los especialistas en pedagogía sean conscientes de este problema. No deben ser laxos, sino todo lo contrario, tienen que subir su nivel de exigencia pronto, empezando por los cursos más básicos. Pues si el alumno ve que se le aprueba un curso tras otro con faltas de ortografía y de redacción llega de forma natural a la conclusión de que nada de eso es importante. Incluso puede licenciarse en alguna especialidad con ese convencimiento.

Finalizo como empezaba, es una buena fecha para regalarse y regalar libros que inviten a leer, porque la lectura además de enriquecerte a todos los niveles te proporciona placer mental.


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