La calidad humana y la política

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)


El Congreso de los Diputados, los Salones de Plenos de los Ayuntamientos y, en definitiva, los hemiciclos políticos se han convertido en un ring en el que se olvidan las palabras bonitas y los sentimientos verdaderos. Una auténtica vergüenza por los insultos que se dicen los unos a los otros. Es como si fueran unos actores de cine pero en la vida real.

Ayer, el parlamentario por Santa Cruz de Tenerife de Podemos, Alberto Rodríguez, que peina rastas, hizo algo insólito en el Congreso de los Diputados al piropear a un diputado de otro partido diferente. En este caso, piropeó a Alfonso Candón, del Partido Popular al que le dijo esto: “Le voy a decir algo, que creo que es de las cosas más bonitas que se le puede decir a alguien: es usted una buena persona y le pone calidad humana a este sitio”.

Todo una noticia de los más sorprendente cuando debería ser algo normal que una persona le comentara a otra que es buena gente. Porque no nos olvidemos que hay buena gente en todos los partidos. Así es. Los partidos pueden estar enfrentados por sus ideas pero deben estar unidos por el bienestar del país y de los ciudadanos.

La noticia del piropo de Alberto a Alfonso llama la atención porque el contexto político actual está viviendo momentos muy malos. Hace tiempo que se dejó el buen rollo en la política. La guerra por mandar, por el sillón, por escalar, hace que estos combates estén a la orden del día. Los políticos se olvidan que están para representar a los ciudadanos pues están puestos por ellos. Las personas y los votantes no están al servicio de los políticos sino ellos al servicio de las personas y los votantes. El poder no es suyo, es del pueblo.

Hubo un tiempo en el que los políticos no estaban liberados y en el que las concejalías y el gobierno se repartían entre el partido que ganaba y la oposición. Una concejala del Ayuntamiento de Pozoblanco de otro tiempo, me decía que “antes los concejales del ayuntamiento eran como una gran familia y no importaba de que signo político fuera pues incluso se daban delegaciones a la oposición”. Otro concejal me comentaba que en ocasiones cuando pasaban los cuatros años guardaban más amistad con los del partido rival que con los del suyo propio. La política debería centrarse más en lo que nos une que en lo que nos separa. Más en las personas y en las buenas acciones. Al final, lo que triunfa es la buena acción y no la mala. Una cosa hecha con malicia está condenada al fracaso (antes o después).

Por eso nos alegra saber que existen noticias positivas en las instituciones entre compañeros. Nos alegra saber que hay cordialidad. La dábamos por pérdida. La política tiene que aprender a valorar las virtudes de los demás y reconocerlas. Al señor Alberto Rodríguez no le ha perjudicado reconocer que Alfonso Candón es una buena persona que se va a echar en falta. Las personas buenas se encuentran en cualquier sitio y con cualquier idea política. En los pueblos los alcaldes tendrían que ser los del pueblo y no los del partido. Votar a las personas con listas abiertas. El problema de la política son las estrategias macabras que se cocinan por atrás. El hombre para ser libre necesita la libertad y no una ideología que le ate. Venga de donde venga. Y luego están los fieles acérrimos a unas siglas. Capaces de mirar mal a las personas porque voten al que él no vota. El otro día me pareció muy mal también que se persiguiera un programa de televisión a la gente que ha votado a VOX. ¿El voto no es libre? Habíamos llegado ya a unos límites que se agradece leer y ver noticias como esta.

Los políticos son compañeros de profesión y compartir afectos deberían estar a la orden del día ya que su único objetivo deber ser el bien común del país. Por una vez no se escucharon insultos. La calidad humana está por delante de todas las cosas. Por encima incluso de la política. Si los políticos se miraran de verdad en los debates que hacen se darían cuenta de ello. Pero no se miran. Están en la confrontación permanente. El pueblo debería exigir respeto y humanidad. Ya está bien de ‘rufianes’.

La gente no valora a los políticos porque no transmiten emoción. Van a torpedear al contrario y si pueden a machacarlo. La gente quiere a gente buena que muestre sus sentimientos. Mucho más en un órgano de representación. «Por encima de la ideología están las personas», ha afirmado Candón en respuesta al piropo de su compañero. Y es así. Esto no es que te beneficie o te perjudique. Esto es la vida misma. Y la política la están vaciando de vida. Lo que no saben muchos es que la gente se está dando cuenta.


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