Las nuevas tecnologías

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)


“La adicción a las nuevas tecnologías es un problema que crece entre los adolescentes y que preocupa cada vez más a los profesionales sanitarios”. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que una de cada cuatro personas sufre trastornos de conducta vinculados con las nuevas tecnologías. Al leer esta noticia uno se queda preo­cupado. Y si es padre o madre mucho más. Tenemos a muchos jóvenes enganchados y cada vez en edades más tempranas. Una autentica barbaridad. Pero es así.

El otro día hablaba con un padre y me decía que los chavales están metidos en grupos de WhatsApp donde en quince minutos se pueden registrar hasta 200 mensajes. ¿Cuánto tiempo gastan en leer estos mensajes de unos y de otros que en su gran mayoría son chorradas? Ellos creen tener el mundo en la mano aunque creo que el mundo los tiene a ellos. No hay control. Los mensajes rompen con toda la inocencia que esté de por medio. Se mandan imágenes que no se deberían ver a ciertas edades (de contenido sexual, violento o de mal gusto), se utiliza un lenguaje vulgar y se pregona un tipo comportamiento poco infantil y juvenil.

Estamos controlados por la tecnología. Nunca fuimos tan dependientes. Y no solo los jóvenes. También los padres y madres de chavales en edad infantil crean grupos de WhatsApp de clase y en los que piden apuntes, preguntan por asignaturas, profesores, tareas como si fueran ellos los que estudiaran. Los jóvenes de hoy tienen muchas amenazas a la hora de formarse. La tecnología, el entretenimiento y la entrada de sus padres en su mundo escolar. Te encuentras a padres y madres que en su época no quisieron estudiar y que a toda costa presionan a sus hijos para que lo hagan ayudando en las tareas a sus hijos para conseguir nota. En ocasiones hasta estableciendo una competición para ver quién tiene el hijo con mejor calificación.

No es importante la nota sino la formación y el aprender por sí mismo. La libertad de los jóvenes está seriamente amenazada. No tienen la tranquilidad para realizarse. Ni la encuentran en la casa ni en el móvil. En la casa antes uno se buscaba la vida sin sus padres. Se hacía uno fuerte haciéndose su propio camino y tomando su propia responsabilidad. Y luego están los artilugios nuevos. Hay mucho esclavo de la tecnología. Todas las cosas fantásticas tienen su peligro cuando se abusa de ellas. Del móvil se abusa y mucho. Tenemos que plantearnos que si nuestros hijos nos ven estar todo el día conectados, ellos estarán conectados de la misma forma. Compartir ratos de charla en casa, fomentar la lectura de libros, el salir a la calle a hacer deporte, a pasear, favorece que nuestros niños y adolescentes vean una vida real y no virtual.

No tiene sentido vivir un mundo virtual cuando tenemos uno ‘real’. Y ese mundo está en la calle, en el campo, en la familia y al otro lado de la puerta. Hay jóvenes que salen de paseo, se juntan con sus amigos y al rato se van cada uno a su casa para jugar conectados en red. Se separan físicamente para conectarse on-line. Comportamientos que no se entiende pero que se dan con mucha frecuencia. El resultado es que la gente mira la vida de otra manera. No se expone a ella. No sale a ella. No se enfrenta a ella. Las nuevas tecnologías son para el adolescente una posibilidad de perderse en un mundo de fantasía para huir de la rutina cotidiana. Un día tendremos que hacer un análisis de todo lo que nos está pasando. Todo se nos está derrumbando con la entrada de un mundo virtual que ha llegado para quedarse, desplazando cosas que tenían sentido, gente que merecía la pena y un mundo real que intentamos meter en una pantalla.


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