Sesenta años de Covap: el milagro de los ganaderos de Los Pedroches

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)


Tal como hace 60 años, el trabajo del campo sigue siendo duro. Un oficio en el que se pasa frío, hay que mancharse y echarle muchas horas. Las condiciones de antes poco tienen que ver con las de ahora, aunque sigue siendo un oficio en el que siempre tienes que estar al pie del cañón. No se puede comprender bien lo que el trabajo del campo es si nunca has trabajado en él.

Pasan los años y ahí sigue el enigma. Nadie comprende que en una zona, como la nuestra, con tierra muy pobre, se alcance una producción láctea tan grande. La razón está en la valentía de los ganaderos y la integración total del ganadero en la cooperativa. Esta relación (ganadero-cooperativa) ha sido vital. Covap compra leche a los productores y, al mismo tiempo, les vende pienso, medicamentos, productos de limpieza, étc.., ya sea a través de la propia sociedad o echando mano de terceras empresas vinculadas. Eso se llama confianza mutua y ha sido fundamental para el crecimiento de todos, especialmente de la cooperativa.

La historia de Covap es la historia de sus ganaderos. Por ahí empezó todo. El origen. Historias de ánimo y coraje, que desafiaron la lógica de los negocios. Unos entusiastas que encontraron la forma de salvar un lugar que, sin el campo, se hubiera despoblado casi al completo (como ha pasado en tantos pueblos de España). Los ganaderos han contagiado siempre su espíritu de lucha al resto. De ellos dependen los trabajos de tantos otros oficios de Los Pedroches. 



El combate para sacar adelante las explotaciones o por sacar un día de trabajo siempre ha sido durísimo. Mucho más si tenemos en cuenta que todo se ha producido en medio de un panorama severo. Ha sido una lucha constante. Malas comunicaciones, caminos intransitables, malas épocas, saneamientos demoledores, falta de mano de obra.

Covap ha sido una aventura colectiva pero ha estado dentro de muchas aventuras individuales. Las de cada ganadero. Muchos ‘seres tranquilos’ que no han alzado la voz pero sí han empleado su vida en esta aventura. Infatigables siempre. Decían unos tratantes de ganado toledanos que no había sitio en España donde “se pisara tan fuerte y con tan poco”.

Es cierto que antes del ‘milagro de Covap’ hubo granjas, campo, vacas, árboles pero no existía, hasta entonces, esa ambición por ser aventureros del campo y por producir. Esa mezcla de amor y entrega por la ganadería se adquirió colectivamente. Ganaderos que se animaban unos a otros. Nadie quería quedarse atrás. Era como un viaje en el que todos avanzaban. Y en una misma dirección. Nadie buscó la comodidad en su posada. En aquellos días no había lo que tenemos hoy. Se carecía de innovación en el campo. Aún así, se tenía ese espíritu que siempre nos ha hecho grandes. Era de esperar que la innovación que vendría después traería más riqueza. Pero todo parte del principio de ‘querer trabajar fuerte’, algo que en esta tierra siempre se ha tenido.

Me decía hace unos días un ganadero que “no parece que haya pasado el tiempo”. Pues sí, pasó. Y muy rápido. Trabajando las horas vuelan. 60 años del nacimiento de Covap. Un día hablaremos de lo bien que se ha trabajado dentro de la cooperativa en todos sus departamentos. Pero quería comenzar por el primer departamento, que es sin duda el que pisan los ganaderos: el campo. Allí no hay moqueta pero sí un espíritu que nos ha hecho grandes a todos. 


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