En memoria de un gran hombre

RAFAEL YUN CABRERA


Estos próximos días se cumplen 25 años de la muerte de DON RICARDO DELGADO VIZCAÍNO, Presidente fundador de COVAP, ocurrida el 20 de febrero de 1994, un día antes de que cumpliera los 73 años de su edad. Aunque muchos duden de que la historia la construyen los grandes hombres, es necesario reconocer que sin su decisiva contribución personal a la creación y desarrollo de COVAP, la favorable evolución económica y social vivida por nuestras Comarcas habría sido otra o no se habría producido con la misma brillantez.

Los continuados logros de la Cooperativa son tan evidentes y conocidos en general, que no necesitan ser celebrados ni ensalzados. La intención de este breve e incompleto comentario es recordar y destacar la figura de un hombre que se desvanece con la niebla del tiempo, sobre todo para la generación que no le llegó a conocer. Tuvo el mérito excepcional de dedicar la mitad de su vida a la generosa tarea de liderar una empresa que habría de mejorar las condiciones de vida de las gentes de nuestra zona. Sin pedir nada a cambio, sin alardes ni altavoces mediáticos, ajeno a honores y distinciones, consiguió llevar a buen puerto una entidad modestísima en sus comienzos, que desde el principio depositó en sus manos la responsabilidad de gestionarla. Aquellos primeros socios de la Cooperativa, allá por el año 1959, acertaron plenamente en la elección de la persona que llegaría a convertirla a su muerte, treinta y cinco años después, en una gran empresa agropecuaria bien preparada en lo industrial y en lo comercial para el posterior impulso que le han dado sus sucesores. 




La biografía detallada de D. Ricardo aún está por hacer. Había nacido en Pozoblanco el 21 de Febrero de 1921, segundo de los hijos de una familia acomodada y respetada de nuestro pueblo, de costumbres religiosas practicantes y sin vinculaciones políticas conocidas. Perteneció pues, a la generación de jóvenes a los que la Guerra Civil entorpeció su preparación académica y profesional. Había perdido a su padre en 1936, asesinado en Valencia en Septiembre de aquel año. No se tienen demasiadas noticias de su vida estudiantil, salvo que cursó Derecho en las Universidades de Madrid y Oviedo. Sin embargo, nunca ejerció la profesión, dedicándose hasta la muerte de su buena madre a gestionar el patrimonio familiar. En 1955 contrajo matrimonio con una extraordinaria mujer, Isabel Vizcaíno Caballero, del que nacieron sus cinco hijos. No son muchos los testimonios escritos que se le conozcan, sólo escasas entrevistas periodísticas, bastantes artículos editoriales sobre actualidad cooperativa en la “Revista COVAP” de los años 80 y algunas grabaciones de sus intervenciones en las Asambleas anuales de socios.

Desde un principio supo contagiar sus virtudes de responsabilidad, honestidad y austeridad al equipo de colaboradores con que contaba, y a cambio recibió de ellos confianza, respeto y valiosas aportaciones que ampliaron su horizonte empresarial. Los principios morales y éticos del Presidente, cristalizaron como la “cultura de empresa” de la Cooperativa, por lo que se puede decir que llegó a convertirla en imagen de su personalidad, en reflejo de su mente y de su espíritu. De alguna manera la historia de la Cooperativa y su biografía personal estuvieron íntimamente vinculadas mientras vivió. Consiguió difundir la idea de la Cooperativa en las Comarcas vecinas a través de contactos directos con los hombres más destacados de cada uno de sus pueblos, que sirvieron más tarde de ejemplo a sus convecinos. Decenas de ellos llegarían a ser miembros significativos del Consejo Rector aportando experiencia y conocimientos que fueron incorporándose a la gestión diaria. Superó los aciertos y los fracasos con autocontrol y disciplina y mantuvo siempre estabilidad emocional en medio de las infinitas tensiones propias de una actividad agitada de suyo. Jamás se envaneció de los éxitos que, por el contrario, le sirvieron de estímulo para nuevos retos. Siempre activo, afable a la vez que cauto, conversador ameno, con fino sentido del humor, educado, prudente en sus opiniones. Distinguido en su aspecto personal y, a la vez, celoso de preservar su pensamiento íntimo. El interlocutor que le trataba por vez primera advertía pronto que estaba delante de un hombre superior. Hábil en las deliberaciones, con frecuencia conseguía atraer a sus propias opiniones las que en principio le eran contrarias. Mantuvo siempre serenidad en las Asambleas incluso ante las más ásperas intervenciones de socios irritados por las adversidades del sector que la Cooperativa no tenía en sus manos resolver.

No parece oportuno extenderse más. Solo aclarar que se debe juzgar a alguien como un “gran hombre” cuando se le reconoce que a lo largo de su vida ha conseguido favorecer el bienestar humano por encima de lo que permiten las capacidades normales de los seres humanos. A quien ha contribuido con un ingente esfuerzo a mejorar la vida de tres generaciones de conciudadanos, de forma que sin su colaboración personal habría sido tarea bastante improbable. Y que en el caso concreto que comentamos, pareció ser realizada por un impulso espiritual irresistible que sobrepasaba cualquier otra ambición humana. 


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