Hinojosa celebra esta noche la Candelaria llenando sus calles de hogueras y ocio

SATURNINO MUÑOZ
HINOJOSA DEL DUQUE

El día 2 de febrero se conmemora en liturgia cristiana la presentación del Niño y se recuerda también ese día llevando candelas (velas hechas de parafina pura) a bendecir, las cuales simbolizan a Jesús como luz de todos los hombres.

Más cuarenta hogueras romperán esta noche la penumbra de las calles de Hinojosa del Duque a lo largo de toda una madrugada en la celebración de la noche de los candelorios. Una festividad que se ha convertido en una de las actividades lúdicas más importantes de las que se celebran en la localidad, gracias al impulso proporcionado por los vecinos, que no dudan en los días previos a la fiesta de dedicar un importante número de horas a la búsqueda de leña y a la preparación de productos tradicionales de la gastronomía local. Es una noche de continuo tránsito de gentes en busca del sustento que cada candela proporciona en forma de calor y productos alimenticios. Mientras, los más pequeños hacen suya la tradición de quemar trozos de corcho y tiznar la cara de los asistentes de negro. 



Los candelorios, cuyo origen religioso es indudable, se han convertido de esta forma en un acontecimiento popular que aúna los lazos de amistad entre los vecinos, todo ello ante unas llamas que en algunos momentos alcanzan volúmenes espectaculares, alimentadas por las ramas de olivos obtenidas en la poda de estos árboles. En este discurrir nocturno de calle en calle y de candelorio en candelorio se hace habitual el trasiego de vecinos en un fluir continuo para hacer una visita a la lumbre de amigos y compañeros de trabajo.

Los embutidos y productos del cerdo ibérico según transcurre la noche van dejando paso especialidades de la repostería local, así roscos, pestiños, flores y otras delicias van saciando unos paladares repletos ya de sabores diferentes. Es el espíritu de una fiesta de clara raigambre religiosa, en la que todavía no faltan las promesas de realizar un candelorio cada año como acción de gracias por cualquier don otorgado por la Virgen de la Candelaria. Estas promesas en muchos casos han pasado de generación en generación perviviendo en la memoria colectiva de unas gentes que han sabido proteger una de sus fiestas más populares. Pero sin lugar a dudas, uno de los hechos que más sorprende a los visitantes foráneos que acuden a esta noche del fuego es la dimensión de los troncos de las viejas encinas ya secas, que ahora son empleadas para aliviar el rigor de las bajas temperaturas.


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