La necesidad de saber olvidar

MIGUEL CARDADOR LÓPEZ
(Presidente-Editor)


En la conferencia que dio el gran escritor pozoalbense Juan Bosco Castilla en Mayo del año pasado, dentro de las conferencias que organizó la Asociación AFEMVAP, donde tuve el honor de presentar al escritor, dentro de todo lo interesante y sustancial que expuso de manera natural, estaba la importancia que tiene el saber olvidar de nuestra mente las muchas cosas intrascendentes que se almacenan en ella.

Amparándome en esta importancia, expongo lo que he analizado desde aquel día.

La memoria es un archivo donde se almacenan las experiencias del pasado, archiva episodios repletos de detalles. Hay además una memoria a corto plazo que hospeda lo reciente y otra que recoge lo antiguo. De cada evento se retienen dos versiones, una más burda y otra más fina.

Los niños empiezan a tener memoria auténtica a partir de los 3, 4 años aproximadamente. Aprender es recordar. El término memoria alberga dos sentidos: uno, el de registro mental de lo que nos ha sucedido, otro de recuperar esas experiencias.

Con el paso de los años los recuerdos cambian de alguna manera, se pueden distorsionar o clasificarse o tener una interpretación diferente de cuando sucedió.

Hay una memoria buena, que es aquella que se refiere a hechos positivos y que hemos ido experimentando y que nos alegra repasarlos. Cuándo nos enamoramos y cómo se dieron aquellos acontecimientos, un éxito profesional, un logro por el que se luchó durante mucho tiempo y finalmente fue alcanzado. Hay una memoria mala que retiene lo negativo, y que si uno no ha sido capaz de pasarlo a segundo o tercer plano de la cocina biográfica, aquello sale a menudo y supone un sufrimiento intermitente, que afea la personalidad y la vuelve tóxica.

Lo que consideramos como felicidad consiste en tener buena salud y mala memoria.

La capacidad para olvidar lo malo, lo dañino, lo que nos hizo sufrir de alguna manera, es fundamental. Uno necesita reconciliarse con la parte nociva de su pasado. Y eso es una tarea importante, porque si no uno se puede convertir en una persona agria, amargada, dolida, rencorosa y en definitiva un mucho echada a perder.

La madurez en una persona es la que vive el presente, intentando sacarle el máximo partido: tiene asumido su pasado y ha sido capaz de ir cerrando las heridas y traumas de atrás, con todo lo que eso trae consigo.

La felicidad creo que consiste en crear una ilusión de futuro.

El olvido es necesario para la supervivencia psicológica. Borra errores, fallos, batacazos propios de la inexperiencia, de cualquier comienzo profesional y andanzas afectivas sin fundamento.

No hay otra fórmula, sí aprendí a vivir, viviendo.

Una buena inteligencia sabe computar lo vivido con lo sabido, la experiencia de la vida con los distintos conocimientos que uno ha ido aprendiendo.

Aprender qué cosas debemos olvidar es sabiduría. Madurez es saber echar fuera de nuestra memoria todo aquello que ha sido perturbador y quedarnos con las lecciones aprendidas de aquellas experiencias. Pero borrando la parte dañina.

La vida es la gran maestra, enseña lecciones que no vienen en los libros. Tarda mucho tiempo en darse cuenta de las cosas realmente importantes. Quizás podría decirlo de otra manera: a lo sencillo se tarda tiempo en llegar.

Esto que expongo va para todos en general, pero más aún para gente como yo, que soy obsesivo con el pensamiento de tal manera que a veces llega a producirme ansiedad y hasta sufrimiento por no saber olvidar.

Admiro a mi mujer por la facilidad y naturalidad con que olvida, ella, comparada conmigo, no tiene ningún problema ni sufrimiento, precisamente porque sabe olvidar.

El no saber olvidar agudiza el problema en las muchas personas que padecen trastorno obsesivo, o aún peor, trastorno obsesivo compulsivo. En España se calcula que unas 650.000 personas padecen estas dos enfermedades, cargando con una pesada mochila que reduce a muchos su actividad diaria.

Yo reduciría la definición lo más posible diciendo: ser feliz es al final limitarse en la auto exigencia con uno mismo en el vivir de nuestro día a día.


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