Arbolacos

DIEGO GÓMEZ PALACIOS


Aunque escribo desde Córdoba, las pocas cosas que relato las conocen en Los Pedroches y en medio mundo, peo lo que escribo hoy solo lo conocemos y sufrimos quienes vivimos en la capital:

Hace unos días el diario CÓRDOBA publica la carta de una señora que se queja por la poda de árboles en el casco urbano, defiende que se dejen crecer y ramificar, para mí sería tolerable aunque con condiciones, en lo relativo a los naranjos agrios. Pero sufrimos una invasión insoportable de los que llamo “arbolacos”. 



Se les conoce popularmente como “plataneros de sombra”. De plátanos o algo que se le parezca tienen lo que yo de arzobispo:

Pueden ser parientes o variedad de los álamos blancos, pero ramificados hacia fuera y arriba con enormes copas, producen unas bolas de pelusa apretada que pone guarros a los vehículos que aparcamos debajo cuando se les caen, engordan sus troncos como si los cebaran, sus raíces invaden el entorno a poca profundidad levantando las aceras, obstruyen el alumbrado público que dispone de farolas muy altas y cuando deciden soltar sus hojas lo ponen todo guarrísimo debido a que, con frecuencia, por lluvia o riego de calles se adhieren al suelo y les cuesta sangre sudor y lágrimas al personal de SADECO retirarlas…, hasta el día siguiente.

Algún edil se puso en su día una flor en la solapa proclamando que había dotado de sombra a la calurosa ciudad. Ignoraba, como es normal en el “Edilato de Córdoba”, que todo lo que se planta requiere un mantenimiento. Ahora nos cuesta más el collar que el perro.

En lo poco que he viajado, muy de tarde en tarde aunque parezca mucho porque soy viejo, he observado en Suiza, Alemania y en alguna ciudad del norte de España, como se utilizan estos árboles adecuadamente:

Se plantan en zonas abiertas terrizas, parques y jardines, en dos o más hileras, distantes unos 6 metros, se les deja crecer hasta 3 o 4 metros, se les poda la copa pero no se les cortan las ramas horizontales que las entrelazan con las de la hilera contigua, a modo de emparrado. En verano proporcionan una galería de sombra y en otoño/invierno de sol.

Esto, parece ser, se ignora en nuestro “Edilato”, al igual que la existencia de 18 Córdobas en el mundo, varias de ellas en EEUU, pero no se hermanan con ninguna, sino con Núremberg. ¡Que sagaces son! 


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