El romero que vino a la Virgen años después

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)


Y regresó al pueblo donde él vivió. Y allí recorrió las calles por las que correteó de niño. Visitó la casa donde vivía su abuela. No se atrevió a llamar pues ella ya no estaba y no sabía quién habitaba allí. Solo recordaba aquella casa. Cuando creía que todo iba a ser para siempre (sus abuelos, sus padres, sus tardes en el patio). Nada es nuestro. Ni los días (que se van), ni las casas (que cambian de dueño), ni la juventud (que desaparece sin más). Ni los momentos. Ni la vida que un día se acaba. 



Regresó para la Romería de la Virgen de Luna. Y se juntó con amigos con los que hizo el camino al Santuario. No olvidaba esos días en los que creía que se quedaría siempre en su pueblo. Le hubiera gustado regresar a un día de su infancia o de la adolescencia cuando iba para el Santuario de la Jara con su gente. Como si nada hubiera pasado. Pero la vida cambia.

Uno se reencuentra con lo que fue constantemente. Y recuerda. Dentro de sí tenemos una ciudad deshabitada. Perdemos tantas cosas. Seres queridos, juventud, sueños. Por eso los que regresan al lugar de su niñez, después de un tiempo, dicen “que ya nada está igual”. Cómo explicar a los niños y jóvenes que lo que tienen ahora es lo mejor que les pasará. No se puede explicar bien ni tampoco ellos pueden comprender lo que le dices.Hay cosas que solo se saben cuando las vives. 


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