El nombre de la Cruz

ARTURO LUNA BRICEÑO


Hay paseos en Pozoblanco que se pueden hacer de varias maneras. Unos para admirar la evolución que ha tenido el pueblo en un espacio pequeño del tiempo. Otros para recorrer sus limpias calles adoquinadas y los hay como el que a mí me gusta hacer: El paseo de las cruces.

Cruz de la Unidad, 1960.


Las cruces en Pozoblanco fueron, en tiempos, la mejor seña de identidad del pueblo. En el Catastro de Ensenada se citan una veintena de ellas, y yo, cruzado el cuarto de siglo vivido, recuerdo la presencia granítica de otras tantas. Todas las que vi tenían su nombre. La mayoría de ellas eran el orgullo del barrio. El punto de reunión de niños, jóvenes y viejos. Algunas, como la del Lejío, la Carretera, la del Cerro, Los Lagartos, El Risquillo, habían sido apartadas de su primitivo lugar y adosadas a las paredes para dejar paso al progreso. Primero para no entorpecer a los carros cuando iban y venían de laborar y cosechar los campos. Después aparecieron los vehículos a motor y se las incrustó en las paredes. Así está la de Jesús Nazareno y así estuvo la Cruz del pilar.

Cruz del Pilar.


Las cruces del casco urbano de Pozoblanco delatan que en tiempos fueron la señal de una estación del Vía Crucis. Todas ellas se erigieron y fueron marcas en las diferentes Vía Sacras que existieron a lo largo de los siglos en el pueblo.

Las Cruces del Risquillo, la Carretera y la del Molino del Viento fueron las que marcaban el camino del Vía Crucis que culminaba en el Calvario de la Ermita de Santa Marta.

Cruz.


Este era conocido como el Calvario de los arrieros. Y lo denominaban así porque en estas cruces, hoy desaparecidas, se paraban a rezar los arrieros de Pozoblanco cuando por el Camino de las Zorreras o Camino de Dos Torres partían para llevar la harina para alimentar a los galeotes de la Mina de Almadén. En Pozoblanco existían en el Siglo XVIII, 56 tahonas o molinos de sangre. Un molino con solera de granito y una gran rueda o piedra rodadera colocada verticalmente y que la hacía girar una bestia a modo de noria. Vallecas en las cercanías de Madrid, que era el pueblo harinero que abastecía a la capital del reino, en esa misma época existían 50.

En la Cruz de la Unidad. 


Otra de las Vía Sacras salía de Santa Catalina e iba a San Bartolomé. Partía por el Callejón de Jesús Nazareno hasta la Cruz de Arévalo, que estaba en el centro del camino, y hoy se encuentra semi escondida en un arriate de una esquina de la Ronda de los Muñoces. De esa misma Vía Sacra, se conserva la Cruz de la Cuesta de Liñares y que hoy conocemos como la Cruz del Ciento. Y desde ahí a la ermita de San Bartolomé que estaba en los ruedos del pueblo hasta que hicieron la Calle Nueva. La del calvario de San Gregorio ha sido recuperada y colocada en el lugar que ocupó hasta principio del siglo pasado, y hasta mediados de ese siglo se conservó junto a la puerta del Bar Cordobés la Cruz del Lejío. Que fue llevada allí cuando se hicieron las Cuatro Esquinas.

Cruz de Jesús.


Todas estas cruces se fueron conservando cuando creció un barrio en su entorno. Se celebraban en ellas el día dos de Mayo, día de la Exaltación de la Cruz, una gran fiesta a la luz que desprendía un gran candelario que se encendía al toque de Ánimas.

De todas ellas hay fotos antiguas que nos las exponen en los primitivos lugares que ocuparon. Y de todas ellas aun quedamos vecinos que vivimos las fiestas de la cruz de nuestro barrio, o jugamos en los peldaños de sus peanas. O junto a ella sentimos nuestra primera ilusión de amor, una noche de mayo a la gran luz que desprendía el Candelario.

Cruz del Risquillo, 1915.


Y recuerdo a Pedro, uno de los últimos capataces de cuadrillas de esquiladores de Pozoblanco, que se quejaba, con razón, que a la Cruz recuperada, hecha con placas de granito pulido en la puerta de un supermercado de la calle de la Feria la habían rebautizado como la Cruz de la Portería, cuando de toda la vida había sido la Cruz del Pilar. Que él la conoció en medio de la Calle de la Feria y que de allí la quitaron y la incrustaron en la pared de una casa que hacía esquina entre las Calles de la feria y la Cuesta del Romo. Y de ese lugar, al hacer obra nueva desapareció para siempre. Y curiosamente en el Siglo XVIII, ese tramo de Calle de la Feria, el que parte de la conjunción de la Cuesta del Romo y la Calle de San Sebastián, e iba hasta los Llanos se nombraba como la Calle de la Cruz del Pilar.

Cruz del Risquillo.


Y como si el tiempo le hiciera justicia. Esa pared con la Cruz del Pilar es la única foto de Pozoblanco que aparece en la Arquitectura Popular Española de Carlos Flores que publicó la Editorial Aguilar en 1973.

Cruz del Molino de Viento, 1906.

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