La Dehesa, ese tesoro que purifica la atmósfera

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)



La Dehesa es un ecosistema único en el mundo, basado en el aprovechamiento armónico de recursos naturales para la obtención de productos ganaderos, agrícolas y forestales.

La contribución de la encina a la purificación de la atmósfera es extraordinaria. Sus efectos repercuten en todo el mundo, contribuyendo así a la reducción del calentamiento global y a la mitigación del cambio climático que se está produciendo por el aumento de los gases de efecto invernadero en la atmósfera. Su contribución a la mitigación del cambio climático es, en cualquier caso, indiscutible.

España debe defender este tesoro que tiene. No lo está haciendo. Está dejando que la dehesa muera lentamente. La baja rentabilidad que atraviesa la ganadería extensiva donde el precio del ganado es inferior año tras año, los engaños en ventas de productos que dicen salir de la dehesa, y la falta de unas ayudas fuertes en ella la dejan herida de muerte.

La mejor forma de luchar contra el cambio climático es conservar y regenerar la dehesa, y para ello hace falta una apuesta más fuerte desde Bruselas. Invertir en una tierra de difícil rentabilidad pero que es una fuente de riqueza porque representa “un ecosistema único con el cultivo de mayor valor medioambiental y sostenible de la tierra” como comentaba en uno de sus artículos Carlos Ruiz.

Precisamente, poner freno al decaimiento de este sistema es el objetivo principal del proyecto PRODEHESA-MONTADO, un proyecto de cooperación entre España y Portugal y en el que participa la Universidad de Córdoba

Con el objetivo de poner en valor este tipo de ecosistemas, el proyecto está realizando un estudio exhaustivo del “análisis de ciclo de vida” de los productos que se generan en las dehesas, como, por ejemplo, queso, jamón, corcho o lana. La dehesa regula los ciclos del agua y fertilidad del suelo, potencia la biodiversidad, y, además, juega un papel fundamental en la mitigación del cambio climático debido a la fijación de dióxido de carbono. Tan sólo en una hectárea de su pastizal se fijan entre 30 y 40 toneladas de equivalentes de CO2.

Mantener este tipo de ecosistema, según destaca el investigador principal del proyecto en la UCO, Vicente Rodríguez, es “fundamental para toda la sociedad”. Se trata de un aprovechamiento milenario, uno de los cultivos de mayor valor medioambiental del planeta y última barrera frente al avance del desierto en el sur de Europa”. 


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