La Calle Real de Pozoblanco viendo pasar el tiempo

ARTURO LUNA BRICEÑO

Siempre he andado dándole vueltas a la idea de hacer un callejero de Pozoblanco. Pero no un callejero al uso que sólo hable de geografía y el porqué de sus nombres. Me gustaría más hacerlo emulando a Vélez de Guevara en su “El Diablo Cojuelo”. ¿Pero de dónde saco yo un diablo de esas características, cualidades y maldades? Si aún estuvieran activas y concurridas las colas del “guñuelo” en las madrugadas de invierno, cuando las gentes se rebujaban, formando corro, en torno al anafre y la sartén, a la vez que se entretenían en despellejar al más pintado o le hacían un traje a medida al que, por necesidades laborales, abandonaba el corro. 

La calle Real en 1902.


O le dejaban la honra llena de babas y envidia a la moza más apuesta. Si estas glorias gastronómicas callejeras aun estuvieran vigentes no tendría problema. Iría a la cola y mientras el “guñuelero, manejando con arte su refritos palos fuera ensartando las roscas y metiéndolas en un junco verde, yo podría ver y escuchar cuál de aquellos expertos o expertas en contar maldades de los demás y en sacar las pieles a tiras era el mejor. Me daría lo mismo que fuera diablo o diabla, e incluso si en vez de cojear, romaneara un poco. Lo cogería y lo subiría al campanario de Santa Catalina y le diría:

- Mira a Pozoblanco, calle por calle, y levántame los tejados para que veamos lo que ocurre dentro de las casas. Cuéntame los secretos de las gentes que las habitan y los sucesos ocurridos en esas calles. 

La calle Real en 1930.


Pero reconozco que buscar diablos cojuelos a estas alturas es faena harto difícil. Pero haberlos, haylos. Así que me conformaré con mis recuerdos y seré yo mi propio diablo, y esperemos que no cojee, porque subir al campanario ya no es lo que era y este diablo tampoco.

Y si quiero hacer un buen callejero es de rigor empezar por la calle principal de Pozoblanco: La Calle Real.

Recuerdo las noches del día 23 de septiembre de todos los años de mi infancia. Acompañado de mi padre y mis hermanos íbamos a la Calle Real para ver el acto en que se anunciaba el inicio de la feria. El acontecimiento se remataba desde un balcón del Ayuntamiento haciendo volar globos de colores hechos de papel de seda. 

La calle Real en 1942.


Eran estos artefactos aerostáticos de forma de huevo un ingenioso trabajo de papel, tijeras y pegamento. En su base tenía un aro de alambre con cuatro radios, y en el centro, en la cruz del círculo, se colocaba un algodón impregnado de alcohol. El experto globero en hacerlos volar los abría, ajustaba el algodón en la base, mientras lo pinzaba con sus dedos en la parte superior. Acto seguido prendía fuego al alcohol y dejaba que el aire caliente lo hinchara. Repleta la bolsa del cálido soplo se soltaba y el globo de luz se elevaba lentamente al cielo iluminando vagamente la oscuridad de la noche. Con él viajaba mi imaginación y mi asombro.

Esta Calle Real ha estado ahí desde la fundación del pueblo. Se ha ido adaptando a los tiempos, ¿o han sido los tiempos los que se han adaptado a ella? No lo tengo claro. Todos los acontecimientos, fueran políticos, sociales, religiosos, festivos o lúdicos han sido anunciados en esta Calle Real. Y lo siguen haciendo. 

La calle Real en 1946.


La he conocido con seis tabernas, y casi todas ellas fueron declaradas universidades de prestigio en las que se daban cursos intensivos y diplomas sobre las materias impartidas: El Tute y el Dominó.

Era y sigue siendo el eje central de la cultura popular mejor conservada en Pozoblanco: La Aparcería.

También tenía un bazar, una relojería, dos droguerías, una mercería, una entidad bancaria, una gestoría de seguros a la que se subía por una escalera muy empinada y peligrosa. Por lo que los que acudían a ella subían con miedo, pero bajar, una vez asegurados, ya era otra cosa. Un hotel muy patriota titulado La Nueva España y una afamada farmacia que en tiempos daba sus formulas magistrales escritas en postales de Pozoblanco. De todo aquello sobreviven dos tabernas con el título de bares y el banco. Lo demás todo es nuevo, pero no se nota.

La Calle Real de Pozoblanco sigue siendo una Real Calle. 

La calle Mayor vista desde un balcón de la calle Real en los años 80.



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