Diego y el sueño de ser futbolista

EMILIO GÓMEZ
LOS PEDROCHES 

El jugador de Belalcázar es uno de los mejores futbolistas cadetes de España.


El Torneo Torcaf, el campeonato más importante de la temporada estival para los conjuntos cadetes de fútbol, reunió a las mejores canteras españolas en Alzira (Valencia). Allí destacó un vallesano, Diego Jurado, que con la camiseta del Real Madrid hizo un campeonato sensacional que ganó con su equipo. Él se ganó el respeto de todos y demostró que lo suyo con el fútbol es una aventura que está llena de futuro. Tiene 15 años y un potencial a prueba de bomba.

Dicen que de pequeño iba a todos lados con su balón por Belalcázar. No lo soltaba. Pero lo que más le gustaba era cuando iba al Campo de tierra Nuestra de Gracia de la Alcantarilla. Allí echaba el balón a rodar corriendo con él todo el albero. Un zurdo nato que no utilizaba la derecha. “Con la otra pierna también”, le decían. Pero él dominaba la izquierda y con ella llevaba el balón por donde quería. En la Urbanización Domadero sabían de sus ‘andanzas futboleras’. Lo suyo ha sido siempre un romance con la pelota a la puerta de su calle.

Luego empezó a jugar en el Belalcázar. Allí marcaba la diferencia. Capaz de meter media docena de goles a los diez minutos. Recuerdo que me impactó en la Andalucía Football Cup. Él fue con la selección de La Mancomunidad en categoría benjamín. Ese año llevaba yo al equipo pre-benjamín (que quedó campeón). Entre un partido y otro veía sus partidos. Era espectacular verlo en el campo. Una zurda prodigiosa que acompañaba con una inteligencia brutal. Sabía cuando tenía que entrar, cuando acelerar y cuando congelar el balón. En definitiva, se veía que sabía de fútbol. Aparte de todo esto, que no es poco, tenía una potencia y velocidad descomunal. No le daba miedo ir a los balones divididos y los ganaba todos. En el campeonato en Málaga, alguien dijo “es que es muy burro”. Entraba de verdad. Y luego tenía gol. Eso tan difícil de encontrar en un futbolista, el instinto de área.

Diego siempre ha sido un líder en el rectángulo. No le hacía falta hablar para tirar del equipo. Muy noble con el contrario y correcto con las decisiones de los colegiados. Del Belalcázar vino como alevín a Pozoblanco donde jugaba en todas las posiciones en un mismo partido. Arriba al principio (para meter goles y encarrilar la cosa), luego a la media (para aguantarlo) y en defensa (cuando estaba ya el duelo muy de cara). Se ha adaptado siempre muy bien a distintas posiciones.

Partiría al Córdoba CF y posteriormente al Real Madrid donde están encantados con él. Y eso que en marzo del 2018 tuvo una lesión fuerte de rodilla que lo ha tenido muchos meses en el dique seco. Afortunadamente se ha recuperado bien y está como siempre ha estado: en modo campeón por el campo. Sube la banda con una fortaleza descomunal. Incansable. Sabe cuando tiene que proyectarse y conservar su costado de las embestidas rivales.

En el pueblo dicen que sigue siendo el mismo Diego de siempre. Un chaval sonriente, formal, amigo de sus amigos y que sabe lo que quiere. Siempre ha sido muy responsable. La cartilla de la escuela siempre estuvo llena de las mejores notas y nunca hubo una incidencia que reflejar. En el Real Madrid es muy querido por todos sus compañeros y por los entrenadores. Tuvo a Raúl González como entrenador y ahora está a las órdenes de Tristán Celador que está encantado con él. 


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