A Gran Bretaña también se le empiezan a ver las costuras

MIGUEL CARDADOR LÓPEZ
(Presidente-Editor)


La vieja y casi agotada Europa empieza a dar síntomas de grandes brechas económicas entre los ciudadanos del mismo país.

El desarrollo de la mayoría de ellos ha llegado a su techo máximo y hay que inventar y crear nuevas fórmulas de desarrollo que vayan encaminadas sobre todo al relevo generacional, creando puestos de trabajo dignos y un equilibrio poblacional en el territorio.

Hace unos días dialogaba con un conocido que lleva siete años trabajando en una ciudad próxima a Londres, y él ha podido comprobar de primera mano la otra cara de lo que ocurre en las Islas Británicas.

De todo lo que me comentó, me sorprendió que cerca de 14 millones de ingleses viven bajo el umbral de la pobreza. Hay familias con hijos que nunca han tenido vacaciones, por ello se creó, como un vaso de agua en el desierto, el programa privado llamado “Casa familiar de Friemhurst”, una propiedad victoriana de unas 4 hectáreas de bosque y situada a una hora de Londres, donde dichas familias pasan 10 días junto a otras familias que están en la misma situación de vulnerabilidad.

Esta espectacular casa fue adquirida hace 60 años por una trabajadora social, con una visión diferente y muy humanitaria para abordar los problemas.

Ella fue la que creó las “vacaciones de la pobreza”, una iniciativa única que ofrece a familias en situación crítica un espacio y un tiempo que las ayude a reconstruirse. Aquí pueden desconectar de sus angustias diarias, relajarse y respirar sin ser juzgados.

Con la ayuda de trabajadores sociales pueden recuperar la dignidad que les permita reestructurar sus vidas.

Aquí se descansa, no piensan en las facturas sin pagar, en los problemas generales, ven a sus hijos jugar y ser felices. Por supuesto saben que tienen que volver a la dura realidad, pero también es verdad que esa pesada carga durante los días de vacaciones la has compartido con otras personas de tu misma posición.

Variedad de actividades como ir a pescar al río, talleres de artesanía o de cocina, juegos diversos, pasear por la naturaleza, todas estas opciones son libres. En definitiva se trata de que conozcan a gente con su misma posición y se apoyen.

En el Reino Unido la pobreza, como en España, ha alcanzado de lleno a las clases trabajadoras, donde el alto coste de la vivienda y del día a día las están ahogando, sin permitirles alcanzar el umbral de supervivencia digna.

El número de bancos de alimentos ha aumentado de 49 a casi 2.000 en los últimos siete u ocho años. El número de personas que duermen en la calle ha llegado a cifras nunca vistas.

Una cifra escandalosa advierte que uno de cada cuatro niños británicos es pobre, y si los políticos no ponen freno a esta sangría, la cifra seguirá creciendo en los próximos años, agravada sin duda por el Brexit.

La invisibilidad es una de las mayores barreras para poder salir de la pobreza. La mayoría de ellos siente vergüenza y les cuesta decir que son pobres. En pleno corazón de Londres han tenido que vender sexo a cambio de un refugio donde pasar un par de noches.

El gobierno, como la mayoría del continente, y en España sabemos bastante de eso, presume de buena salud económica, pero la realidad es bien diferente como la verdad que expongo.

Cada año hay más diferencia salarial y la pobreza crece, y lo más preocupante es que todos o la mayoría de los que caen, procede de la clase media. Un país no podrá tener estabilidad ni crecimiento si la pirámide más ancha no está fijada en una clase media fuerte, que es la que hace crecer económicamente, creando un estado de bienestar y asentamiento pacífico de distintas ideologías políticas.

Son ejemplo de la vieja Europa, a la que empiezan a vérsele las costuras por todas partes.

Para finalizar, una sucinta opinión de los gravísimos incidentes del pasado fin de semana en Cataluña y, aunque más livianos, también en esta semana.

Recurriendo a una metáfora podemos decir que antaño esta autonomía era sólo un monstruito muy molesto e impertinente pero manejable. Pero en los últimos 35 años, por negligencia o intereses espurios y una gran irresponsabilidad por acción u omisión, a este monstruito se le ha ido continuamente alimentando y engordando. Y los que le han dado el alimento al monstruito en estos años para beneficio propio han sido el PSOE y el PP, tolerando lo intolerable hasta límites inauditos a cambio de poder ocupar el sillón de la Moncloa. Y de aquellos polvos vienen estos lodos. Encontrándonos en la actualidad con que ese molesto e impertinente monstruito de antaño se ha convertido ahora en un peligrosísimo y feroz monstruo de proporciones gigantescas y ya casi ingobernable.

Ante este panorama, quizás sea la última oportunidad que se tenga para volver a entrar dentro del juego legal que marca la Constitución, porque de no hacerlo así no solo serían los catalanes los protagonistas exclusivos del delirio independentista, sino que luego le seguirían la Comunidad Vasca, Valencia, Galicia, Baleares etc. Un sinsentido en un mundo globalizado, donde para sobrevivir y poder ser competitivo hay que sumar y no lo que en nuestro país se quiere fomentar por parte de unos irresponsables destructivos, que es restar y dividir, aunque caigamos a niveles económicos de hace 60 años.


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