Pongamos que hablo de vivir (LVI). Fertilización del olivar (parte II)

JOSÉ ANTONIO CARBONERO FERNÁNDEZ
(Técnico de la Cooperativa Olivarera Ntra. Sra. de Luna de Vva. de Córdoba)


El biólogo, agricultor y filósofo japonés, Masanobu Fukuoka, nos deja una interesante reflexión: “Los restos orgánicos de plantas y animales se acumulan y son descompuestos en la superficie del suelo por bacterias y hongos. Con la infiltración del agua de lluvia, estos nutrientes son llevados al interior del suelo para convertirse en el alimento de los microorganismos, lombrices y otros pequeños animales. Las raíces de las plantas alcanzan los estratos más profundos del suelo y devuelven los nutrientes a la superficie”.

Es decir, todo es un ciclo vital, se podría decir que existe una parte cíclica que vuelve a girar sobre sí completando un ciclo, valga la redundancia. Un concepto global, donde lo extraído es repuesto y viceversa, de manera que todo es transformado, y devuelto al origen. Como dice la canción de Jorge Drexler: “cada uno da lo que recibe, y luego recibe lo que da, nada es más simple, no hay otra norma, nada se pierde, todo se transforma”.

Al igual que sucede con el resto de los cultivos frutícolas, el olivar nos suele dar “pistas” claras a nivel visual sobre su estado, sus necesidades, sus deficiencias, sus enfermedades, etc. Es sencillo, solo hay que partir del concepto, fijarse bien en su parte foliar, pues la copa del árbol es el reflejo de su raíz, al igual que sucede con un espejo, y la parte aérea es la imagen reflejada de la parte subterránea.

De esta forma, entendemos que si el olivo tiene una gran masa foliar (hojas y ramas), debe por ende, de tener una buena masa radicular, ya que una se refleja en la otra como les mencionaba. Masa que debe estar bien cohesionada y estructurada, de ese modo le permitirá tomar de suelo todos los nutrientes necesarios para su correcto y adecuado desarrollo. Si la parte aérea no da ese perfil, difícilmente la planta tendrá una buena distribución radicular.

Bien, una vez aclarada la “técnica del espejo”, continuamos con la línea del artículo anterior, el cual dividí en dos partes por lo extenso del tema. Con respecto a la fertilización del olivo, les decía que busca el equilibrio adecuado y de esta forma restituir los nutrientes extraídos por la planta. Les mencioné que los fertilizantes que usamos en el olivar pueden ser de tres tipos fundamentalmente: abonos usados vía suelo (al ruedo del olivo), vía foliar (a la copa del olivo) o vía fertirrigación (abono junto con el riego).

En la primera opción, los abonos de suelo se suelen utilizar coincidiendo con las lluvias acontecidas, tanto en a principios de primavera como a primeros-mediados de otoño, buscando con estas precipitaciones facilitar su descomposición e introducción en el suelo. Se aplican repartidos a lo largo de todo el ruedo del olivo, no pegados al tronco ni en líneas, sino a un metro del mismo tronco aproximadamente (técnica del espejo à la copa aérea y la raíz subterránea, ocupan ese mismo espacio), de manera que llegue a todo el sistema radicular. En función de las necesidades del olivo usaremos una u otra composición, el contenido NPK (Nitrógeno, Fósforo y Potasio) del abono, es el que determina su utilización.

La segunda opción, es la vía foliar, de este modo el tratamiento se dirige al masa foliar del olivo. Esta aplicación, bajo mi punto de vista es la más completa, pues contiene normalmente diferentes tipos de nutriente, fundamentalmente abonos foliares y aminoácidos, y en el caso de que fuese necesario, para luchar contra plagas y enfermedades, podemos también utilizar productos para prevenir enfermedades fúngicas (normalmente a base de cobre), e insecticidas, contra por ejemplo la mosca del olivo en esta época. En función de los resultados obtenidos en la analítica foliar, usaremos unos abonos u otros, de ahí la importancia del análisis y sus resultados como les comenté.

Finalmente veamos la tercera opción, la fertirrigación. Los sistemas de riego más adecuados para el riego del olivar son el goteo y la microaspersión. El más difundido en España es el goteo, ya que con él se ahorra más agua y fertilizante, pero requiere mejor diseño, manejo y mantenimiento. Este sistema, posibilita la inyección de abono al agua de riego por medio de dispositivos especiales, obteniendo así una solución fertilizante con la que se riega, a este método que combina riego y fertilización, se le denomina fertirriego.

Hacemos hincapié en la importancia del tema tratado, pues tengan en cuenta que el olivo es un cultivo que no deja de crecer en todo el año, a excepción de la época más fría del invierno, de ahí la importancia de una adecuada nutrición, en cualquiera de sus formas y maneras. Por último, algo lógico y elemental, ante la dura situación meteorológica que estamos padeciendo actualmente, es fundamental, ahora más que nunca, abonar y fertilizar convenientemente el olivar, realmente un adecuado aporte nutritivo junto con un importante y deseado cambio en lo meteorológico, será a posteriori, decisivo para la planta, como bien dice el refrán: “Dios que la da la llaga, da la medicina”.


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