Semana de la mujer rural

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)

Ellas nunca se han rendido. Es como si tuvieran un poder especial. Los pueblos rurales deberían sentirse muy orgullosos de las mujeres que han trabajado en él y siguen trabajando. También las que han trabajado en el campo. Históricamente los pueblos de Los Pedroches se han apoyado en el campo para sobrevivir. En él hemos encontrado a la mujer que ha sido, en muchas ocasiones, el pilar fundamental de las casas, de los campos y de las familias.

La mujer ha sido la mano que cuida de todo. Quizás lo haya hecho una manera silenciosa. Pero efectiva. Madres que han tenido que ayudar a sus padres y abuelas de pequeñas en el campo. Esposas que han estado con el marido en la huerta dejándose la vida en ello. Tirando de las explotaciones, siendo la cabeza pensante y las manos salvadoras. Hijas que siempre estaban ahí arrimando el hombro.

Madres que han hecho compatible la condición maternal con la de amas de casa, con la de esposa, administrativa, enfermera (cuando alguien se pone malo en el hogar). Y más cosas. Teniendo tiempo para todo. Ellas han sido generosas con sus padres, maridos e hijos. Han sacado hacia adelante sus casas y también los campos.

La historia con mayúsculas de la mujer rural. Tenemos que mirarlas con admiración porque no es fácil sacar adelante lo que ellas han sacado. Casas, campos, negocios familiares, familia, étc. ¿Qué hubiera pasado si ellas hubieran faltado? No queremos ni imaginarlo. Ellas reúnen la sensibilidad, la inteligencia, el coraje y la grandeza para hacer realidad los proyectos que se sueñan en las casas. Además de ponerle luz y paz a todo. 



Compatibilizar tareas no ha sido fácil. Ellas lo han hecho. Desde siempre. La crianza sin pausa de sus hijos, el arrojo de las tareas domésticas, los cuidados de los padres, abuelos, maridos y animales. Y la ternura que le han puesto a todo. No se hace un mundo sin fuerza vital. Pero tampoco sin ternura. Ese descaro y atrevimiento suyo tiene mucha verdad. La mujer rural nunca se ha arrugado aunque haya tenido decisiones difíciles, momentos amargos y días en los que ha costado tirar de tanta carga.

La historia suya, la de la vida diaria, comienza cada día muy temprano. Cuando todo está por hacer. Es como si el día las esperara a ellas. Hay muchas heroínas por el mundo. Se les acusa de no haberse rebelado. Quizás lo deberían de haber hecho. Pero su humildad se lo ha impedido. Cada día es el de la mujer rural y el de todas las mujeres en general. Luchadoras, optimistas, incansables, portadoras de buenas noticias, amables, trabajadoras, impulsoras, rescatadoras, creadoras. Estaríamos todo el tiempo poniendo adjetivos a sus vidas. Miremos nuestras casas. En la mía encontré a una madre que se dobló en tareas para sacar su casa y el campo adelante. Una esposa, la mía, que saca la casa y su trabajo arriba y una hermana que hace lo mismo. Le debemos la vida a ellas. A las mujeres que han sido el alma que ha movido el mundo. Y lo debemos de hacer con una sonrisa, un abrazo, un beso o un reconocimiento.

Es hora de reconocerlo. Pero que todo fluya solo, no enfrentándose a todo desde los ‘ismos’ más radicales. Ese no es el camino. No entiendo a los que apuestan por ese radicalismo tan feroz. Solo entiendo de que debemos de darle el papel más importante a quien lo merece. Y la mujer lo merece. 


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